¿De qué va la pelea de ERC?
¿Por qué se pelean Joan Puigcercós y Josep Lluís Carod? Lucha por el poder, se dice. Quienes conocen el partido por dentro aseguran sin embargo que Puigcercós, secretario general de ERC, tiene todo el poder que es posible tener en él. Si accede a la presidencia del partido no adquirirá más del que tiene.
Puigcercós habla de liderazgo. Formalmente, el liderazgo se corresponde con la presidencia del partido, el cargo que ostenta Carod. En la práctica forma un tándem con la secretaría general, con los papeles distribuidos por mutuo acuerdo entre ambos dirigentes. Uno es la cara del partido y el otro la mano que lo dirige. Si Puigcercós accede a la presidencia, la figura del secretario general será distinta, un jefe de gabinete.
"Puigcercós quiere echar a Carod porque le considera una nulidad como gestor"
En cambio, Carod se ha referido a esta pugna como la confrontación entre quienes quieren que ERC sea un partido de gobierno y quienes lo conciben como un instrumento de reivindicación y de lucha, es decir, de oposición. Pero si así fuera, el rival de Carod no tendría que ser Puigcercós, pues ambos son igualmente responsables de haber llevado a ERC al gobierno y ambos se declaran partidarios de mantenerlo en él.
Entonces ¿qué sucede en ERC? ¿Por qué se lanza Puigcercós contra Carod? ¿Por qué ha hecho regresar a su partido y al gobierno catalán a la etapa de inestabilidad que había prometido dejar atrás para siempre? ¿Por qué Carod saca las uñas y acepta el desafío para una batalla que inevitablemente provocará mucho estropicio?
La situación interna de ERC es uno de esos típicos enredos en los que nadie quiere llamar a las cosas por su nombre. Sólo una está clara: a Puigcercós le estorba Carod y quiere derribarlo del pedestal y sustituirlo. El verdadero porqué de ese empeño es inconfesable públicamente. De hacerlo, se daña no sólo la imagen de Carod, sino la del partido. Pero todos, o casi todos, o por lo menos muchos de los dirigentes lo conocen. Y una buena parte de ellos lo comparten. Puigcercós quiere echar a Carod porque le considera una nulidad como gestor. Un político negado para tomar decisiones en el día a día, dubitativo, incapaz de sacar rendimiento y lustre a la elevada posición institucional que ostenta y la enorme cuota de poder que ejerce, la de número dos del Gobierno catalán.
Tan terrible juicio acerca del líder del partido procede, como casi todo en la Esquerra de los últimos años, de la enorme distancia que se ha revelado existir entre ciertos planes forjados en 2003 al acceder a la condición de partido de gobierno y la ruda realidad. La cúpula de Esquerra soñó ya en la configuración del primer Gobierno de Maragall que, acumulando en las manos de Carod una enorme cantidad de resortes del poder político-administrativo de la Generalitat, podría emular la experiencia de Jordi Pujol y de CiU. Dotarse, por una parte, del aura del poder y, por la otra, de los mecanismos de influencia sobre la sociedad susceptibles de convertir el aura en votos. Es obvio que no lo ha conseguido.
La cuestión ahora es si basta con sustituir a Carod por Puigcercós para convertir en realidad aquellos sueños. Los resultados electorales del día 9 indican que tal vez el problema no está en las personas, sino en que el partido y todos sus dirigentes confundieron las ilusiones con las posibilidades. Y no digamos ya las probabilidades.
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