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Gran Premio de Australia
Columna
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Gigantes y cabezudos

¡Vaya inicio de temporada! No se le puede pedir mucho más a una carrera de fórmula 1: espectaculares duelos, adelantamientos, salidas de pista, problemas mecánicos y sólo siete coches al final de los 22 que comenzaron la carrera. En medio de este caótico Gran Premio de Australia hemos visto una nueva exhibición de Alonso, que ha acabado cuarto gracias a su magistral pericia y tesón al volante, sin darse nunca por vencido, y también gracias al abandono de los Ferraris y a problemas de otros pilotos. Una carrera de auténticos gigantes para el asturiano. Además, por fin hemos comenzado a descubrir la verdadera cara de todos los equipos después del baile de máscaras que suponen los entrenamientos invernales. Algunos de estos particulares cabezudos ciertamente estaban mejor con la máscara...

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Alonso partía muy retrasado, pues comenzaba desde la undécima posición. En la clasificación dos elementos dieron al traste con sus posibilidades. En primer lugar marcó su mejor tiempo justo con bandera roja, y en esas circunstancias no se tienen en cuenta los tiempos de los pilotos que estén efectuando su vuelta. En segundo lugar tuvo problemas con el diferencial, dispositivo que permite a las ruedas girar a distinta velocidad para poder trazar las curvas y que es clave para la transmisión de potencia desde el motor. De todas formas no hubiera podido clasificar mucho más allá de noveno u octavo.

En cuanto a su carrera, tuvo varios momentos estelares, como su buena salida o el primer adelantamiento al McLaren de Kovalainen. Hay que recordar que el McLaren ha sido el mejor monoplaza de largo en Australia y el R28 de Alonso estaba bastante por debajo en cuanto a prestaciones. Otra clave para su buen resultado final ha sido la constancia y el buen ritmo, lo que le permitió estar en el lugar adecuado cuando se iban produciendo incidentes con los pilotos que le precedían, como ocurrió con el fallo mecánico de Bourdais. El R28 es un claro paso en la buena dirección respecto al monoplaza Renault del año pasado, pero todavía queda mucho por hacer, principalmente en la tracción a la salida de las curvas y en la velocidad punta.

Por lo que respecta a los distintos equipos, un año más se ha demostrado que los entrenamientos de invierno muchas veces son espejismos de lo que las escuderías son capaces de hacer en condiciones de carrera. En cabeza están Ferrari, a los que no se puede descartar a pesar del fiasco de la carrera, y especialmente McLaren, que ha dado un recital de buen ritmo, fiabilidad y pocos problemas con los neumáticos durante toda la carrera. Se puede estimar que BMW es el siguiente equipo en liza, entre tres y cinco décimas por detrás de McLaren, con Williams a unas siete décimas y Renault algo más retrasado, entre siete décimas y un segundo por detrás de la escudería de Ron Dennis. Así pues, Renault tendrá que pelear mucho cada carrera, ya que de momento parece ser el quinto equipo del Mundial. Para la próxima prueba, que se disputará en el terrible horno de Malasia, circuito en el que las altísimas temperaturas pondrán a prueba la refrigeración de los monoplazas, no podemos esperar ninguna evolución relevante, puesto que es en tan sólo una semana y muy lejos de las factorías de los equipos.

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