La Sinfónica de Galicia ofrece su mejor cara en A Coruña

"Tal vez el mejor concierto en la historia de la Sinfónica de Galicia". Eso dijeron los músicos tras el recital del viernes noche en A Coruña. Por dos veces siguieron sentados para aplaudir junto al público a quien los había dejado "cansados y felices". El culpable, Carlo Ricci, un gran músico y sólido director, sobrio de gesto, que electriza a músicos y espectadores.

La versión de la Patética de Chaicovsqui, una referencia. El canto inicial del fagot introdujo un círculo de honda y lenta tristeza que aún habría de ser cerrado por los pulsos finales del adagio lamentoso. Entre ambos, el nervio del allegro con unos metales redondos como nunca. Luego, el color y la gracia de los chelos dando luz y vida al vals, en cuya transición se oyeron jadeos y latidos de una cuerda, como moza alterada por el baile.

El vigor del molto vivace estuvo lleno del espíritu mismo de la música, en un frenesí tal que hizo estallar una catarata de bravos el tercer y el cuarto movimiento. Era demasiada la emoción y no se habría podido contener por más tiempo sin peligro de que estallara dentro de cada uno. Un antológico Adagio para cuerda de Barber para abrir boca y después su Concierto para chelo. Christian Poltéra hizo su parte con afinación precisa, sonido ancho y buen fraseo. El acompañamiento por Ricci y la Sinfónica, sobresaliente por precisión, color y cantabilidad.