Las pugnas de poder agitan la patronal
El posible relevo de Jiménez Aguilar causa tensión en la CEOE
La reunión de la junta directiva de la patronal CEOE comenzó el pasado miércoles con una referencia breve del presidente, Gerardo Díaz Ferrán, a la polémica surgida por el posible relevo del secretario general, Juan Jiménez Aguilar. Díaz Ferrán sondeó a Jiménez Aguilar, que procede de la etapa de José María a Cuevas, la posibilidad de relevarlo en el cargo, posibilidad que Aguilar rechazó.
No estaba en el orden del día, pero el presidente lo sacó a colación por si alguno de los 10 vicepresidentes (uno de ellos, el propio secretario general) quería preguntar algo o aclarar algún extremo. No hubo intervenciones. Ni siquiera de Santiago Herrero, presidente de la patronal andaluza, que 24 horas más tarde lanzó algunas frases cargadas de dinamita que rompieron la teórica calma con que había transcurrido la junta directiva.
El presidente quería zanjar la primera crisis seria que vive la patronal desde que sustituyó a José María Cuevas, en junio pasado. Pero ni los desmentidos en los que ratificaba su confianza en Jiménez Aguilar, ni el pacto de silencio de los vicepresidentes, han evitado que se desatara una tempestad que, quizá, estaba larvada por el hecho mismo de haber sido designado a dedo por Cuevas.
Ahí pudo estar la equivocación de Díaz Ferrán. Según fuentes cercanas a la patronal, calculó que a Jiménez Aguilar (67 años) no le iba a parecer mal un cambio tras 24 años en el puesto y le ofreció continuar como vicepresidente, cargo que él mismo le había otorgado al acceder a la presidencia. Aguilar se opuso de forma rotunda y propuso someterlo a la junta directiva. Un pulso en toda regla que Díaz Ferrán logró salvar con un pacto de caballeros en el que se comprometieron a trabajar juntos, al menos durante los dos años largos que restan hasta las elecciones a presidente, previstas para junio de 2010. Los vicepresidentes evitaron el trago de votar.
Es lógico, por otra parte, que Díaz Ferrán quiera despegarse de la sombra de Cuevas. Tiene un estilo propio y quiere imprimir su sello personal. Eso pasa por formar equipo y, en definitiva, en poner en pugna dos modelos. El suyo bascula más sobre las grandes empresas, en fortalecer los sectores, frente a la estructura de mayor peso territorial del anterior.
Además, quiere estar más presente en la gestión diaria, el terreno que siempre ha sido privilegio de Jiménez Aguilar, a quien Cuevas le dejaba hacer y deshacer como a un gran capataz. "Díaz Ferrán quiso meter mano en territorio de Jiménez Aguilar y éste le enseñó los dientes", asegura una fuente. Díaz Ferrán ha comentado a sus cercanos que le llegaban quejas de Jiménez Aguilar. Sin embargo, eso choca con la reacción de la vieja guardia de la patronal, que, a pesar de que había pensado en un hombre de dentro, José María Lacasa, director de internacional, para la secretaría general, han arropado a Aguilar.
El conflicto, para bien o para mal, ha abierto la carrera para las próximas elecciones. Ha permitido sacar la cabeza a Santiago Herrero, que el jueves arremetió con dureza en la Asamblea de la patronal andaluza: "Si alguien pretende que la CEOE sirva a intereses de grupo, desposeería a esta organización de su carácter institucional, la restaría representatividad y la despojaría de su fuerza y eficacia". E instó a quien quiera cambiar de modelo a que presente una reforma estatutaria. Herrero ya pugnó por suceder a Cuevas y criticó a Ferrán, pero sólo consiguió el apoyo de un vicepresidente, José María Aguirre González.
Algunas fuentes reseñan que en el trasfondo de esas afirmaciones late, además, el caso de presunto delito fiscal al que se enfrenta el presidente de la patronal por su gestión en Aerolíneas Argentinas. La juez que lleva el caso deberá determinar la imputación a la vista del informe de la Agencia Tributaria y del contrainforme del propio Díaz Ferrán y sus socios, entre ellos, Gonzalo Pascual (vicepresidente de la CEOE). "Tenía que haber medido bien el movimiento que hizo porque lo que ha provocado es una tormenta que va a tener consecuencias", apunta un observador. Los sindicatos ven el asunto con preocupación porque puede perjudicar el diálogo social que hasta ahora era fluido.
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