El Arlequín se desnuda
La escena lanza una propuesta para que actores y público se quiten la ropa
Ir al teatro como ir a la playa (nudista). Llegar, desnudarse, extender la toalla en la butaca y ¡hala!, a disfrutar de la función. Así llenaron el Arlequín, decenas de nudistas. La obra: Naked boys singing (Cantando desnudos), el musical estrenado hace más de un mes en Madrid y hace siete años en Broadway, sigue representándose en Nueva York y ha recorrido medio mundo.
Pero el falso polémico espectáculo (se trata de ocho actores en pelota cantando canciones que suenan a las versiones españolas de Disney aunque con un toque picante) se desplazó ayer al patio de butacas. Venidos de toda España y convocados por la Asociación para el Desarrollo del Nudismo, los nudistas llenaron. "Se trata de un acto reivindicativo de un derecho, que es el de estar desnudo", decía en el bar Carmen Saura, la vicepresidenta de la asociación, por supuesto, desnuda. "Hemos venido porque nos parecía simpático", explicaba un matrimonio de Tarragona aficionado al nudismo. Él, banquero, y ella, profesora de inglés. Y en ese ambiente, rodeados de focos, fueron entrando en la sala al más puro estilo del candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, y con el Volare, de Domenico Modugno, de fondo. Predominaban los penes (alguno podría haberse medido con el de John Holmes) frente a las vaginas. De todas las edades y de todos los tipos, con y sin piercings (también de todos los tamaños), con y sin tatuajes...
"Buenas noches, gente vestida", se escuchó por megafonía. "Está a punto de comenzar la obra Cantando desnudos, desconecten sus móviles". Carcajada general: en esta ocasión había mucha más gente desnuda en el patio de butacas que en el escenario. Los móviles desde luego se habían quedado fuera de la sala porque allí todo el mundo estaba como su madre lo trajo al mundo. Impagable un hombre mayor luciendo barriga y bolso a la par que desnudez, y la corbata de la vicepresidenta de la asociación.
El público desnudo se entregó. Aplausos cerrados en cada sketch. Los ocho actores estaban agradecidos al público "tan solidario" con la obra de Robert Schrock que trata de abordar distintas situaciones en las que uno puede sentirse desnudo en la vida. La versión de Máximo Hita consiguió convertir ayer el Arlequín en un teatro al desnudo.
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