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ELECCIONES 2008
Columna
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El oficio de perder

Tras 26 años de gobierno sin interrupción del PSOE en Andalucía, el PP seguirá esta legislatura en la oposición pero con más diputados que nunca. Los resultados logrados por Javier Arenas para el PP no es que sean históricos, son doblemente históricos. Primero, por incrementar, como nunca, la representación de su partido en Andalucía. Segundo, por perder, como siempre, las elecciones por octava vez consecutiva, tres de ellas con él como protagonista. Arenas va a terminar haciendo de sus derrotas electorales un oficio. Al igual que hay políticos que hacen del cargo público una profesión, existen otros que hacen carrera perdiendo elecciones. Perder una vez no tiene mérito, lo excepcional es mantenerse para poder seguir perdiendo muchas veces. O colocar a algún compañero o compañera para que pierda por él, una vez eclipsados todos aquellos que hubieran tenido opción de ganar. Hay políticos que se van en cuanto pierden y otros a los que se les invita a marcharse tras salir derrotados. Y están los incombustibles, los que salen victoriosos de cada derrota. Arenas no ha perdido las elecciones en Andalucía, ha ganado 10 diputados y ha acumulado mayor experiencia en perder. Ya pierde mejor y más dulcemente que nadie.

Julián Álvarez también se ha salido en estas elecciones. Él sí que ha logrado un hito histórico, el de dejar al Parlamento andaluz sin representación andalucista en 30 años de autonomía. Dos días después de su hazaña, aún seguimos esperando que cambie su eslogan electoral, el "Yo voy" por el "Yo me voy". Álvarez, que llegó a entregar a los periodistas que le seguían en la caravana electoral una agenda de encuentros para su primer día como presidente de la Junta, ha perdido estas elecciones como nadie lo había hecho antes que él. Y eso que sus antecesores le habían dejado el listón del desastre bien alto. Los andalucistas habían acudido a comicios anteriores separados y peleados, pero siempre terminaban rascando bola. Lo de Álvarez si que ha sido meritorio: ha logrado unir a todo el andalucismo en una coalición y añadirle varios partidos minoritarios para no conseguir nada. Sin embargo, Álvarez no se va. Después de dejar a Sevilla sin concejales andalucistas y a su partido sin representación en el Parlamento andaluz, le queda todavía una ardua tarea: lograr perder en las próximas municipales los pocos concejales que le aún le quedan.

Otros que han ganado en estas elecciones más experiencia en perder han sido los socialistas en Málaga. En estos comicios han consolidado su derrota en los municipios del litoral. Pierden en el litoral con tanta holgura que ya van por la segunda línea de costa. En Málaga, la victoria del PP en las andaluzas se reprodujo en casi todas las localidades de la franja costera, mientras en las Generales, el PSOE sólo se imponía en Torrox, por cinco votos; en Mijas y Nerja, por poco más de un centenar, y en Casares con cierta distancia. Los socialistas malagueños han logrado un éxito histórico: conjugar el mayor esfuerzo inversor de la Administración central y autonómica en la provincia durante décadas con una victoria pírrica en las Generales -incluida la pérdida de un diputado- y una derrota en las autonómicas.

Finalmente, y a pesar del indudable esfuerzo de su propio partido por impedirlo, Diego Valderas tendrá acta de diputado en el Parlamento andaluz. Al dirigente de IU le obligaron a presentarse de candidato a la Junta por Huelva, donde las garantías de salir derrotado eran mayores. Pero no ha podido ser y Valderas seguirá hasta que las luchas internas en su propio partido consigan que pierda el acta. Para lograrlo tienen cuatro años de tranquilidad. Y es que, en general, para ser un buen profesional de un oficio hay que tener mucha constancia. Más, si cabe, en el oficio de perder.

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