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Mutua Madrileña reorienta el negocio tras relevar al presidente

La aseguradora congela tarifas, relanza productos y frena grandes proyectos

Íñigo de Barrón

Después de la tormenta siempre llega la calma. En la aseguradora Mutua Madrileña también se ha cumplido. El próximo jueves 13 de marzo, la Mutua Madrileña cumplirá 78 años de vida. Sin embargo, como dicen los que conocen bien la compañía, "en los últimos cinco años y medio ha cambiado más que en los 73 anteriores". La razón de ese terremoto se llama José María Ramírez Pomatta (Madrid, 1943), que llegó a la presidencia en mayo de 2002 y la dejó en enero pasado por problemas de salud. Ahora, ocupa el puesto de consejero. Ignacio Garralda (Madrid, 1951), el nuevo número uno, ha recibido una herencia complicada.

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Mutua Madrileña ha compensado estos años la caída del negocio asegurador con los resultados de las inversiones bursátiles. La Bolsa ha caído, las inversiones tienen minusvalías, y la nueva situación exige una estrategia centrada en el negocio típico, atacado por la competencia.

Tras una presidencia personalista y con una rotación récord en directores de seguros (ha llegado a tener más de cinco), el consejo de administración de la Mutua estudia cambios profundos en su estrategia.

El primero, consistirá en reorganizar la empresa en dos áreas, con dos directores generales. Uno se ocupará del negocio asegurador (está en proceso de búsqueda) y otro de la división de inversiones (que cuidará las fuertes y delicadas posiciones en Repsol y Sacyr, la cartera de deuda pública y los inmuebles). Esta área agrupa activos valorados en unos 5.500 millones. Javier Mira, un hombre de la casa, ocupa ya ese cargo de director de inversiones.

Ciudad sanitaria

Otra medida ya tomada ha sido la congelación de tarifas de los asegurados de coches a todo riesgo. Además, se potenciará el seguro de vida, se relanzará la división de fondos de inversión y pensiones y se estudia dar carpetazo al proyecto faraónico de Pomatta: una ciudad sanitaria en Madrid que suponía invertir casi 600 millones de euros.

A los dos años de llegar al cargo, Pomatta dijo que la Mutua era "una empresa anquilosada y adormecida por su éxito. Necesitaba adaptarse a los nuevos tiempos". La compañía se adaptó, pero con una agresividad comercial que le ha pasado factura.

La congelación de tarifas supone, de hecho, rebajar en un 6% de media la tarifa de este año (unos 43 euros por titular) a los 1,4 millones de mutualistas con seguros de coche a todo riesgo, de moto o a los que lo tienen con franquicia. La decisión supone dejar de ingresar 60 millones de euros

La medida es defensiva, ya que Mutua Madrileña está teniendo más bajas que altas en los seguros de coches con cobertura a todo riesgo. La razón es que ha subido sus cuotas en casi un 20% en cinco años y la competencia, siempre lista para aprovechar las oportunidades, se ha aprovechado.

Sede de Mutua Madrileña, en Madrid.
Sede de Mutua Madrileña, en Madrid.MARUXA RUIZ DEL ÁRBOL

Una apuesta por los seguros de vida

En la nueva estrategia de la Mutua Madrileña, el seguro de vida es una actividad de la que se espera mucho y bueno. Hasta ahora, ese área de negocio no ha tenido mucho empuje, pero se quiere relanzar junto con los productos del área financiera: fondos de inversión y fondos de pensiones.El objetivo es vender esos productos a los mutualistas y también a terceros, no clientes. Para esto, Mutua es consciente de que necesita una red bancaria, por lo que estudia algún acuerdo con una caja de ahorros, aunque aún no ha cerrado ninguno.El anterior presidente, José María Ramírez Pomatta, inició una fuerte expansión que se ha traducido en oficinas centrales en seis regiones de España. También este plan está en revisión. El modelo de Mutua en Madrid (donde tiene el 42% del mercado), está basado en bajos precios a los talleres y venta sin oficinas. Exportarlo está costando más de lo esperado en algunas plazas. Mutua parece apostar más por comprar una aseguradora diversificada en ramos y presente en toda España.Por último, está la patata caliente de Repsol y Sacyr, con minusvalías que superan los 300 millones. Esta cifra es más que compensada con las inversiones en Banco Popular, Colonial, ACS y Banco Santander, pero suponen 1.000 millones volcados en sólo dos valores. Demasiada concentración de riesgo para una aseguradora, pero la decisión no es fácil. Garralda, experto bursátil, y el consejo, lo saben, pero aprobaron las decisiones de Pomatta.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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