Rajoy humaniza su campaña
El candidato pide el voto al electorado de CiU y llena los actos de referencias a su padre, a sus hijos y a la niña figurada con la que concluyó los dos debates
La campaña de las primarias en EE UU está dando muchas ideas a los estrategas españoles. Aquí no hubo debates televisados con público y preguntas de periodistas, pero Mariano Rajoy sí simuló ayer en Girona uno de esos actos tan frecuentes en el país de George Bush. Fue antes del gran mitin que dio por la noche en Barcelona ante casi 4.000 personas y con Rodrigo Rato como invitado especial. En Cataluña, Rajoy pide el voto a quienes apoyaron a CiU y lanza un órdago: "Si usted está mejor que hace cuatro años, vote a Zapatero, si está peor, cambie y vote al PP".
Unas horas antes de este acto típico en Hospitalet, el candidato había probado con éxito una nueva fórmula. Sentado en una banqueta frente a dos docenas de mujeres, abrió una ronda de preguntas. Como en los caucus de EE UU, Rajoy se siente cómodo con la gente, mucho más que con los periodistas. Le preguntan por la vivienda, por la conciliación familiar, por el precio de la leche en Alemania.
Y él, que ha recibido el asesoramiento del experto Antonio Sola para sacar enseguida cuestiones personales, humaniza rápidamente su campaña. Para los niños promete guarderías, pero enseguida lo lleva a su terreno: "Yo tengo dos niños. Y no tenemos guardería para el pequeño sencillamente porque no teníamos quién lo llevara. En campaña, mi mujer se ha pedido una excedencia para poder llevarlo y recogerlo a la una".
Las señoras parecen encantadas con el rostro humano del líder. Ahora le preguntan por sanidad. Y en lugar de grandes números, habla de su padre. "La sanidad es buena, pero cuesta casi el 40% del gasto público. Y en el futuro costará más. Mi padre vive, tiene 86 años y vive bien. Hace 21 años, lo tuvimos que llevar a Madrid porque en Galicia no se ponía la válvula del corazón que necesitaba. Ahora se ponen en todas partes. Eso cuesta mucho dinero, pero si la economía va bien podremos gastar más".
Sólo patina cuando una señora se preocupa por los inmigrantes que van a perder sus trabajos con la crisis de la construcción. "Viven con nosotros, tienen hijos, ¿qué hacemos?". Rajoy tira del argumentario y dice que la gente tiene que venir con contrato, que "no se puede regularizar a todo el que pasa por aquí". Ya, ¿y qué hacemos con los parados? La pregunta queda en el aire. No es tiempo de condescendencias con los inmigrantes.
Rajoy hace esfuerzos por suavizar su imagen, y niega el debate ideológico que cree que le perjudica: "Estas elecciones no son un debate entre la izquierda y la derecha y esas cosas".
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