"La sociedad de los babuinos es digna de Jane Austen"
Impecablemente trajeado y de una seriedad amedrentadora incluso cuando pica unos cacahuetes, Robert M. Seyfarth (Lake Forest, cerca de Chicago, 1948) no parece un individuo que se pasa la vida observando monos y que no hace mucho se salvó por los pelos de un león quisquilloso.
El primatólogo cree que la mente humana evolucionó ante los problemas sociales
Psicólogo y primatólogo, Sey-farth es autor, con su mujer y colega Dorothy L. Cheney -con la que ha estudiado durante años a los babuinos de la reserva de Moremi, en el delta del Okavango (Botsuana)-, del apasionante Baboon metaphysics (University of Chicago Press, 2007). Desayunamos dos sobrios botellines de agua y un platito de cacahuetes. No hay que esperar las efusiones que provoca la buena mesa. La metafísica del babuino... vaya. "El título proviene, claro, de la frase de Darwin: 'Quien entienda al babuino hará más por la metafísica que Locke'. Nuestra investigación ha partido de preguntarnos qué pasa por la mente del babuino cuando contempla al centenar de miembros de su grupo. Hemos descubierto que entienden a la perfección las relaciones sociales en que están inmersos: ésa es su metafísica". El análisis de las deposiciones de los monos, explica el investigador -afortunadamente, el desayuno no ha sido copioso- proporciona datos esenciales sobre el estrés y la ansiedad social.
¿Por qué los babuinos? Parecen de menos enjundia que los grandes primates. Seyfarth, 15 años conviviendo con esos monos ásperos, no parece molestarse por la desconsideración. "Los babuinos son los primates más exitosos de África, y los más fáciles de observar. Forman grandes grupos, compuestos de familias matrilineales, y sus relaciones son extremadamente sofisticadas, especialmente entre las hembras. Éstas desarrollan lazos muy estrechos, con una escala jerárquica muy rigurosa, en la que cada una tiene una posición reglamentada que depende del parentesco". Sey-farth compara a las hembras babuino con los personajes de Jane Austen. "Sí, en la sociedad babuina, mientras el éxito en el mundo de los machos está determinado por el sexo, la lucha y la postura, en el de las hembras depende de la familia, la red social y la intriga, un universo muy embrollado, en el que moverse socialmente requiere mucha habilidad". Orgullo y prejuicio en el Okavango; Sentido y sensibilidad con despiojamiento. "Las hembras conocen al detalle su posición, su rango, en ese complejísimo orden social, lo que implica, creemos, incluso una cierta autoconciencia, lo que William James llamaba sentido del ser social".
Y todo esto, ¿a nosotros qué nos importa? Seyfarth se agita en la silla. "Creemos que la competencia social tiene un papel grande en el proceso evolutivo y que nuestra mente evolucionó porque la de nuestros antepasados lejanos estaba orientada para resolver problemas sociales. La hipótesis es que fue un proceso en dos etapas: la mente evolucionó para afrontar problemas de complejidad social, como los de los babuinos, y luego volvió a evolucionar para resolver problemas tecnológicos".
En una vida de estudio entre los babuinos habrá momentos difíciles. "Una vez tropecé con siete leones. El más grande empezó a seguirme. Llegué a un árbol solitario y me subí a sus ramas, oía al león a mi espalda hasta que el animal no pudo ascender más. Unos días después llevé hasta allí a unos amigos, y ninguno conseguimos trepar al árbol. ¡Con lo fácil que fue con el león detrás!".
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