La euforia se apaga en el PP
Mariano Rajoy reconoce que en el cara a cara se enredó con la guerra de Irak, pero cree que ese error no le quita "ni un voto"
Hace sólo una semana, el PP quiso exhibir por toda España su euforia. Se trataba de instalar una idea: Mariano Rajoy había arrasado en el primer debate. "Repaso", "goleada", "se lo merendó", cualquier cosa parecía poco para los teloneros que hablaron al día siguiente. Pero ayer, tras un debate en el que, según las encuestas, la distancia a favor de Zapatero ha aumentado claramente, la euforia se apagó en el PP.
No hubo declaraciones grandilocuentes. Y en privado muchos dirigentes admitían que la parte de Irak fue un claro error. El propio líder, que realizó la valoración del cruce en los micrófonos de Onda Cero, lejos de los periodistas de la caravana electoral, y después ofreció una declaración sin preguntas en Ourense, admitió que había fallado: "Probablemente no debería haber debatido durante tanto tiempo sobre la guerra de Irak y el 11-M".
A última hora de la tarde, después de que la sensación de derrota se extendiera por todo el PP, que sin embargo reivindica la segunda parte del debate, Rajoy, por primera vez en toda la campaña, se acercó a los periodistas de la caravana en Vigo -menos de cinco minutos en el atestado pasillo de un vestuario de polideportivo- para contrarrestar el efecto que se venía arrastrando todo el día. "Me ha quedado mejor el segundo debate que el primero", rompió para desmentir las encuestas. Y enseguida concedió: "Lo de Irak fue la parte mala, pero no me quita ni un voto". Después insistió sobre la misma idea: "Yo creo que este debate fue más eficaz para nosotros pero esta vez tuve el tema de Irak".
- ¿Por qué más eficaz?
-"Porque fue muy útil para convencer indecisos. El asunto de Irak está amortizado. Y se habló de la defensa de la lengua, de la economía y de la inmigración, que son asuntos dirigidos a los indecisos". Tampoco importan las encuestas, para Rajoy. "El PP tiene una fidelidad por encima del 80%, el PSOE del 70%. Y según nuestras encuestas hay más gente del PSOE que piensa que he ganado yo que gente del PP que cree que ganó Zapatero. Eso es lo importante".
La mayoría de los dirigentes consultados ayer cree que Rajoy ha entrado en una fase de autoafirmación para contrarrestar la imagen de timorato, de líder demediado, que se puede haber instalado entre sus propios votantes. Empezó recuperando en León a José María Aznar. "Con cabeza, corazón, y un par", ironizaba un dirigente después de ese mitin jugando con el lema del PP. Después vino lo de Irak, para reivindicar el pasado del PP. Y al final, llegó la niña. La polémica niña. Es una idea que no gusta a casi nadie en la dirección, pero todos asumen que, al menos, el líder ha dado una muestra de autoridad reivindicando ese lirismo.
Rajoy, orgulloso, se largó otra parrafada de la niña en Vigo, y prometió que hablará de ella hasta el final de la campaña, aunque haya "mucho intelectual entre comillas que no entiende lo de la niña de Rajoy". Su inventor podrá así dormir tranquilo.
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