Una pena liviana...
En las elecciones del 2000, mi voto contribuyó a la mayoría absoluta del PP: un terrible error del que aún no me he recuperado. Después contemplé con espanto el monolítico aplauso de los 183 diputados con el que celebraban la resolución del sí a la guerra. No puedo olvidar la imagen solemne y convincente del señor Aznar afirmando: "Créanme, les estoy diciendo la verdad...". En 2004 corregí parte de mi error. Creo, sinceramente, que cuatro años en la oposición suponen una pena demasiado liviana para mí y mi error. Demasiada tragedia, demasiado dolor y demasiada muerte inocente. No, no olvido que el señor Rajoy era uno de los que recibió mi voto y uno de los 183 que aplaudían.
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