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¿En metro o en autobús?

Dos rutas en suburbano y autocar en el cuarto día de la huelga de la EMT

¿En superficie o bajo tierra? El autobús está en huelga y en el metro no cabe un alma en hora punta. "Me gusta ir viendo la ciudad, pero no estoy dispuesto a perder tanto tiempo", decía ayer Julián, un jubilado de 69 años que se decantó por la línea 1 de metro para no hacer esperar a los amigos. "Vamos peor que las ovejas", criticaba Eugenio en la parada de Plaza de Castilla tras 35 minutos esperando el autobús.

Dos redactoras de EL PAÍS realizaron ayer recorridos paralelos entre las tres y las cuatro de la tarde en las dos líneas de Metro más concurridas (1 y 6) y en dos líneas de autobús coincidentes (124 y C1). Todos los vagones de metro estaban llenos, pero ninguno tardó más de cinco minutos en llegar. Las demoras en los autobuses -ayer los servicios mínimos oscilaban entre el 40% al 60% de la flota-, se prolongaron más del doble de lo que marcan las frecuencias en la marquesina.

A Eugenio se le iba a caer la mano de tanto mirar el reloj mientras llegaba o no el 124. "Llevo aquí media hora. No es normal esperar tanto tiempo. Llego tarde al trabajo y a mi casa. Salgo un poco antes y aun así llego tarde. Es una vergüenza". Suben 25 personas en el autobús. Sólo dos se pueden sentar. El vagón de metro de la línea 1 que para justo debajo también está repleto, como el andén. Mercedes Buiza espera en un banco. "Sí, sí, se nota más gente aquí abajo".

Metro estima que ha subido un 10% el porcentaje de viajeros del suburbano en hora punta desde que empezó la huelga. La mujer explica que su hijo está fastidiado. Sale media hora antes de casa para ir a la universidad en metro. Estos días el autobús no le sirve.

Alejandra también va a la universidad, pero en autobús. Y tarde. "Esta mañana fue peor. Tardé una hora y cuarto desde mi casa, en Tetuán, hasta La Paz".

En Cuatro Caminos, Bety Duce lo tiene claro. Elige la línea 6 del suburbano. "Esto del metro es más rollo por las escaleras y todo eso, pero estos días no me queda otra". Necesita llegar a tiempo a la oficina que limpia por las tardes. Cree que el autobús "ya es lento cuando no hay huelga, figúrate ahora". Mira de un lado a otro del andén. "Esta estación no me gusta". Echa de menos viajar por encima.

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Esteban se sienta al final del vehículo de la C1. Es su línea de autobús desde hace más de 20 años. "Ya desde el instituto". Tiene 43 años. Le afecta "un poco" la huelga. "He quedado a las cinco y tengo que coger tres autobuses. Igual llego tarde".

Llegar tarde, llegar pronto. Subir y bajar escaleras. Ver o no ver las calles. Todo depende del tiempo. A Concha le sobra. Viene de la peluquería y camina lozana a sus 87 años. "Debo de llevar aquí una hora". "No tengo prisa. Si la tuviera, habría cogido el metro, pero no me gusta". Y reflexiona en voz alta: "Por eso estoy tan bien, porque vivo sin prisas". Sonríe.

Conductores de la EMT se manifestaban en la plaza de Cibeles.
Conductores de la EMT se manifestaban en la plaza de Cibeles.ÁLVARO GARCÍA

Pitada a Gallardón

Muchos llegaron a pie desde las cocheras, en peregrinación huelguista. Con banderolas, silbatos y ganas de gritar. Unos 2.500 trabajadores de la EMT, según los convocantes, se concentraron ayer a las puertas del Ayuntamiento de Madrid para pitarle a Gallardón.

Lo hicieron con energía entre las once de la mañana y la una de la tarde. Algunos protestaron con el uniforme, justo antes de volver a los servicios mínimos. Dejaron una carta para el alcalde. "En sus manos está que esta situación se modifique", le escribían en la cuarta jornada de una huelga que retomarán el lunes.

Tanto la EMT como los trabajadores aseguran que han hecho ofertas a la otra parte para sentarse de nuevo. Pero no hay fecha. "La negociación está rota", explicaba ayer Antonio Ruano, delegado sindical de UGT. Despidieron la convocatoria con canciones y aplausos. El lunes han convocado una manifestación de protesta.

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