"La carcunda siempre acecha"
El escritor Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960) procura votar siempre. El novelista todavía recuerda lo siniestro de la dictadura franquista, un tiempo en que el sufragio estaba vetado a la población.
Pregunta. ¿Qué le gusta más de estas elecciones?
Respuesta. Las elecciones no son un plato gustoso para nadie porque todo el mundo está obligado a jugar a la impostura. Hay una especie de teatralización de todos los candidatos. Y nunca es agradable ver a un no profesional del teatro intentando ejercer de actor.
P. ¿Es de los que va a votar siempre?
R. Procuro que sí. No siempre con mucho entusiasmo.
P. ¿Cómo ve a Manuel Chaves?
R. De Chaves me admira mucho que da la impresión de que no es un político veterano, de que sigue manteniendo el ánimo del principiante. Y eso está muy bien.
P. ¿Cómo ve a Javier Arenas?
R. Lo veo más de presidente de un club náutico que de presidente de un Gobierno.
P. ¿Y a Diego Valderas?
R. Lo veo un poco confuso a causa de la propia situación de su partido. Izquierda Unida está en una situación de equilibrio difícil, y ese mar de fondo acaba haciendo que el candidato oscile porque está sobre arenas movedizas. Creo que Valderas representa una opción muy necesaria.
P. ¿Qué opina de Julián Álvarez?
R. Entre las huellas artificiales y la corbata verde no sé si hay que darle la enhorabuena o buscarle otro trabajo al jefe de campaña.
P. ¿Recuerda la época en que no había elecciones en Andalucía?
R. Sí.
P. ¿Tenía entonces hambre de elecciones?
R. Cuando murió Franco yo era muy joven. Tenía una conciencia política adolescente de estar un poco con los amigos mayores que estaban en la clandestinidad y hacían una tímida labor de oposición. Yo recuerdo aquello como una época muy siniestra, muy gris. En cualquier reunión en el instituto había un policía infiltrado. Las nuevas generaciones no saben lo que fue eso. La carcunda y la intransigencia siempre están acechando ahí para imponerse. Y con eso hay que tener mucho cuidado.
P. ¿A quién va a votar?
R. Yo voy a votar a quien garantice que las libertades y la justicia social no son conceptos estáticos, sino que admiten un progreso, un ir más allá. No podemos ser fatalistas y pensar que hemos llegado ya al futuro.
