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Reportaje:

Un viaje del papel al hormigón

Chillida Leku expone los diferentes materiales con que trabajó el artista donostiarra y su relación con ellos - Dos muestras completarán el recorrido

El poeta y ensayista Octavio Paz consideró impresionante la obra de Eduardo Chillida por su "acentuada materialidad". Y es que el artista donostiarra (1924-2002) respetaba mucho los materiales y buscaba que se expresaran por sí mismos. No los elegía por cuestiones estéticas, sino que dependía de la idea que quisiera desarrollar con cada uno de ellos. Se preguntaba por algo e intentaba encontrar la respuesta empleando un material determinado.

Bajo esta idea, el Museo Chillida Leku presenta ahora Materializaciones, una exposición didáctica que repasa cronológicamente los diferentes materiales con que trabajó el artista y explica por qué los prefirió en cada momento. La muestra, abierta hasta el próximo 26 de mayo, se vale para este viaje de paneles informativos, fotografías y fragmentos de esos distintos materiales aún en camino de convertirse en obras de arte.

El recorrido empieza con el papel, la primera aproximación de Chillida al arte a través del dibujo. "Le gustaban los papeles naturales, lo menos manipulados posibles", recordaba ayer su hijo Luis, director de Chillida Leku. Cambiando el lápiz por la tijera, esos papeles pronto empezaron a cobrar relieve, acercándose así a la escultura.

Al yeso llegó por necesidades técnicas cuando estaba en París, ya que, en realidad, no le gustaba modelar, sino esculpir materiales más duros. Por eso dejaba endurecer el yeso y lo trabajaba como si fuese piedra, explicó Luis Chillida. Así, en 1951, cuando llegó a Hernani procedente de la capital francesa, se encontró con el hierro, su gran vía de expresión artística. Le permitió evolucionar y ganar escala para sus piezas, pero "siempre escuchando el material. No quería darle un acabado perfecto, a fin de que el propio hierro expresase en qué consistía su trabajo".

Con la madera, el creador tuvo la oportunidad de alcanzar tamaños enormes, dada su menor densidad con respecto al hierro, aunque luego logró solventar este problema y conseguir también grandes volúmenes con el hierro. El espacio pasa al interior con la piedra y el alabastro. Las lurrak, nombre con que Chillida bautiza la tierra chamota horneada, responden a una llamada de la misma tierra. Y con el hormigón experimenta para hacerlo propio e ir de dentro a afuera. Tras este viaje por los materiales, una segunda exposición exhibirá obras ya terminadas, mientras que una tercera se detendrá en cuestiones metafísicas.

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