Sospechosos en el limbo
Mancebo, presuntamente implicado en la Operación Puerto, sobrevive en Portugal
Iván Basso admira a Paco Mancebo. Cuando subían juntos los puertos del Tour, el italiano se maravillaba de la capacidad de sufrimiento del chico de Navaluenga (Ávila). "Se torcía sobre la bicicleta y allí moría. Había veces en que parecía que bastaba con soplarle para que se cayera, pero él resistía", dice Basso. Mancebo, como Basso, fue maillot blanco de mejor joven en el Tour, y Basso, Birillo según el código de Fuentes, y Mancebo, Goku, personaje de Dragonball, también unieron sus nombres en la lista de las neveras de Eufemiano. Pero ahí se acaban las coincidencias.
Al italiano, las autoridades deportivas de su país le abrieron un expediente, lograron del juez español una bolsa de sangre suya para amenazarle con hacerle el ADN y le sancionaron con 24 meses después de que confesara su implicación. El 24 de octubre volverá a correr. "Lástima que Mancebo no haya tenido la oportunidad de confesar también", dice Basso.
En efecto, a Mancebo, y como a él a las decenas de ciclistas españoles presuntamente implicados, ni la federación ni el Consejo Superior de Deportes (CSD) les han abierto expediente sancionador ni les ha suspendido nunca, con lo que les han negado la posibilidad de pasar temporalmente por el infierno de la sanción, sino que les han enviado al limbo, donde en mayo cumplirán dos años. No están sancionados, por lo que mantienen su licencia, pero tampoco pueden correr en equipos acordes a su categoría: el código ético del ProTour y las normas propias de las grandes vueltas se lo impiden.
Así, mientras Jan Ullrich, que se retiró antes de que las pruebas de ADN logradas por las autoridades alemanas demostraran que las bolsas del hijo de Rudicio le correspondían, y Michele Scarponi, otro italiano del Liberty, han sido también sancionados, Mancebo y otros tantos como él, incluido el australiano Allan Davis, sobreviven en Portugal por 15.000 euros al año, o en Estados Unidos a la espera de que se les agoten las ganas de hacer el oficio y de acabar con todo, deseo al que han sucumbido corredores como Joseba Beloki, David Etxebarria, los hermanos Osa...
Y otros, como Alberto Contador -"estaba en el sitio equivocado en el momento equivocado", dice, harto de que se le relacione sin pruebas con la Operación Puerto, el ex pupilo de Manolo Saiz- o Alejandro Valverde continúan en equipos grandes, pero observados siempre con la lupa de la sospecha.
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