_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La buena costumbre

Honra a Madrid que sus listas electorales del 9 de marzo estén encabezadas por un leonés, un pontevedrés y un asturiano, por ejemplo, y que a los ciudadanos de esta villa no se les ocurra solicitarles pruebas de madrileñismo para votarles. Madrid se resiste a esos exámenes de identidad local y considera además que cualquier posible madrileñismo en un diputado del Congreso por su circunscripción no serviría mucho para arreglar Madrid, que para eso están ya Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, sino más bien para que, con el voto de los madrileños, el votado trabaje por los intereses de la patria común.

Por eso, aunque uno de estos domingos se viera en feria por Valdemorillo a Eduardo Zaplana, huérfano de pequeña patria, tratando de ganarse el voto en la lista de Madrid, o aunque fuera Aguirre a comprar cerezas a un mercado de Embajadores, bien que sólo medio kilo, como corresponde a quien no llega a fin de mes, pidiendo el voto para un señor de Pontevedra, y acompañada de otro señor de Aragón, Manuel Pizarro, que va en la lista de Madrid; no hallarán aquí quién les niegue el voto por la procedencia del candidato. Pero es que, además, si esto sucede en Madrid con otros partidos, más ajenos a la patria común, siquiera sea por la despreocupación que han revelado ante el peligro de que la patria se rompa, menos van a poner en cuestión a unos patriotas españoles porque no hayan nacido en Madrid, o porque no sean castizos ni se les haya visto nunca en la pradera de San Isidro o en la verbena de la Paloma, costumbres tan españolas como la manteca colorá de Arias Cañete y encima menos grasientas.

Honra a Madrid que sus listas estén encabezadas por un leonés, un pontevedrés y un asturiano
Da gusto que no le afecten las fanfarrias aldeanas ni sometan a nadie a la prueba del cocido

Podría pensarse en consecuencia que el Partido Popular actúa en todas partes igual. Por ejemplo: en Valencia. El caso de Madrid congenia con el sentido patriótico de la derecha del Turia y allí a los dirigentes del PP se les llena la boca con las primeras palabras de su himno: "Para ofrendar nuevas glorias a España". Pero no, en el PP de allí no sucede lo mismo. La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, valenciana de nacimiento en tierras de Xàtiva, hija de una valenciana apasionada que quiso ser enterrada allí, y de un asturiano que, contagiado del amor de su mujer por su tierra, optó por la misma sepultura, es conminada permanentemente por su contrincante popular, Esteban González Pons, a demostrar su valencianía, ya que ha aceptado figurar la primera en la lista de su partido por aquella circunscripción. Y no sólo eso, sino que por considerarla foránea le afeó su empadronamiento en una casa familiar y terminó calumniándola por un pelotazo inexistente de reclasificación de terrenos que ha obligado a Fernández de la Vega a llevar a los tribunales al patriota valenciano, al que no se puede negar experticia en la detección de pelotazos, para que lo argumente ante la Justicia. No obstante, es probable que Fernández de la Vega tenga difícil competir en valencianía con González Pons, que ya ha contado cómo su padre lo inscribió en la lista de socios del Valencia CF antes que en el Registro Civil, con lo cual presume de haber sido primero valencianista que español. Lo que resulta raro es que Rajoy, un pontevedrés fuera de las listas gallegas, le permita a Pons que sea algo antes que español y no llame al orden a quien no le basta con que la candidata de otro partido sea valenciana, ni que los paisajes de los veranos de su educación sentimental lo sean, por más que ella se resista a presumir de eso, sino que a punto debe estar de proponerle, más que debates televisivos, una competición de paellas al aire libre. Pero si el liderazgo de Rajoy no le permite entretenerse en eso, podría la energía de Pizarro, candidato por Madrid, a quien escucho en entrevistas radiofónicas exhibir su patriotismo baturro y poner a cada rato ejemplos de Teruel y Los Monegros, como si de un candidato por Aragón se tratara, llamar a la unidad de criterio del PP en lo universal a su cabeza de lista por Valencia. Sobre todo, cuando en Valencia ha acogido el PP en su lista a representantes madrileños de sus Nuevas Generaciones, quizá porque aquí no cabían. A Eduardo Zaplana no hay que pedirle que intente convencer de nada a su ex colaborador, aunque su condición de cartagenero que llegó a gobernar en Valencia se lo aconsejara, porque ya Zaplana no tiene en Valencia quien le escuche. Y otro tanto debe sucederle a Federico Trillo, cartagenero como Zaplana, que encabeza la lista del PP de Alicante sin que conste que haya superado antes una nueva prueba de arroces.

Da gusto que a Madrid no le afecten las mismas fanfarrias aldeanas ni sometan a nadie, por favor, a la prueba del cocido.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_