Forlán, un gigante
Partidazo del uruguayo, que firma dos goles y regala la victoria al Atlético ante el Racing
Se le puso en las narices a Forlán ganar el partido y lo ganó. Le dio igual el arranque (frenético) del Racing. Le dio igual la actuación (espectacular) de Coltorti, portero rival. Solidario, incansable, se echó el equipo a la espalda y no paró hasta conseguir su propósito. Vio cómo Coltorti hacía el partido de su vida y dinamitaba casi todas las ocasiones del Atlético, que las tuvo, y a puñados. No aceptó los hechos. Cayó a una banda, a otra, bajó a recibir, se ofreció, combinó, regateó, empujó, dirigió, disparó... No se detuvo hasta que consiguió el primer gol. Y el segundo, una obra de arte. No se detuvo hasta regalarle a su equipo una victoria tan necesaria como merecida. Fue, el suyo, el de Forlán, un partido espectacular, memorable. Una delicia.
RACING 0 - ATLÉTICO 2
Racing: Coltorti; Pinillos, Garay (Oriol, m. 80), César Navas, Ayoze; Pablo Alvarez (Jonatan, m. 69), Duscher (Moratón, m. 85), Colsa, Serrano; Smolarek e Iván Bolado.
Atlético: Abbiati; Antonio López, Pablo, Perea, Pernía; Maxi (Reyes, m. 84), Raúl García, Cleber, Simao (Luis García, m. 71); Forlán y Agüero (Mista, m. 75).
Goles: 0-1. M. 55. Agüero se escapa por la izquierda, Garay despeja la pelota, que sale rechazada al borde del área, donde Forlán controla y dispara raso. 0-2. M. 73. Jugada de Forlán, que recorre la frontal del área hasta que ve el hueco y lanza un zurdazo durísimo que supera a Coltorti.
Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Perea y Raúl García.
20.224 espectadores en El Sardinero.
Se medía el Atlético a un equipo, el Racing, que venía causando sensación. Porque la apuesta de su técnico, Marcelino, por el toque, le viene dando dividendos. Y tocando entró en escena a lo grande, adueñándose del balón y bailando a su rival. Cuatro saques de esquina acumuló el Racing en 10 minutos. El Atlético no salía de su campo ni de su asombro. Sin embargo, su defensa, con Pablo (ayer sí) a la cabeza, logró solventar el acoso, a lo que le ayudó que el joven Iván Bolado no supiera aprovechar los desajustes que protagonizaban Perea y Pernía.
Estaba el Atlético en la inopia, con Forlán acudiendo al rescate de su centro del campo, cuando Agüero, a quien no deja fuera del equipo ni su tobillo dañado, se hizo presente como sólo él sabe hacerlo. Se fue el Kun por la banda derecha, acelerando de golpe, sin que nadie acertara no ya a quitarle el balón, asunto harto complicado, sino ni siquiera a derribarle, y su centro cayó al área sin que nadie llegara a alcanzarlo.
Como si del toque de corneta se tratara, la jugada, pese a su inocencia, despertó al Atlético y provocó un cortocircuito en el Racing. Que bajó el ritmo y cejó en su desaforado acoso. El Atlético se adueñó del balón y no lo soltó. Por fin Raúl García se hizo con el mando del juego y permitió a Forlán acercarse al área rival. Donde armó la marimorena. Tras un pase de Simao disparó con la derecha y Coltorti despejó con agilidad. Medio minuto después recuperó el balón, se internó en el área y lanzó un zurdazo durísimo que el portero suizo rechazó como pudo. Pero es que cinco minutos después, en el 45, el Atlético tejió la jugada del año, casi del siglo, en la que Forlán dejó a Pernía de tacón y el disparo de éste, bestial, obligó a Coltorti al más difícil todavía.
Tenía que llegar el gol, más que nada porque el Atlético estaba desatado. El Racing aguantó lo que pudo, hasta que Agüero penetró por la izquierda, Garay salió al cruce y su despeje cayó en pies de Forlán. Mal asunto. El uruguayo disparó desde la frontal y mandó el balón dentro, pegado al palo. No le bastó. Al instante, Coltorti volvió a rechazar un disparo de Simao, y allí acudió Forlán, hambriento, al quite, aunque la pegó mal. A la fiesta se unió el Kun, al que Coltorti, siempre él, cortó las alas en un mano a mano.
Nada detenía al Atlético, que vivía los mejores minutos de la temporada. Y ocurrió que Forlán atrapó el balón en la banda derecha y se fue hacia el interior, el cuero cosido a la bota, un par de rivales que quedan en el camino y el chico que levanta la cabeza y suelta un zurdazo brutal, que vuela de abajo arriba para volver a bajar, folha seca lo llaman, un lujo, un diamante de gol, una maravilla dibujada por un jugador maravilloso que puso así fin a una actuación sencillamente gigantesca.
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