Un recital necesario
Después de actuar en diversas localidades valencianas, Raimon llegó al sábado a Mataró con su nueva propuesta bajo el brazo. Se trata de un recital antológico que el 27 de este mes presentará también en el Palau de la Música barcelonés. Nada nuevo, y tal vez por esa razón, más Raimon que nunca.
El de Xàtiva no ha sido nunca dado a grandes innovaciones repentinas ni a cambios bruscos, el suyo es un avanzar seguro en una dirección inalterable. En Mataró lo dejó muy claro: se trataba de un recital antológico, pero, utilizando un fácil juego de palabras, puede afirmarse que fue un recital lógico y, al mismo tiempo, coherente, sencillamente necesario. Coherencia necesaria que se ha convertido en compañera de viaje de varias generaciones que no sucumben a la telebasura o al fútbol (en Mataró prácticamente se llenó el teatro Monumental mientas la televisión catalana retransmitía el Sevilla-Barça).
RAIMON
Teatro Monumental. Mataró, 9 de febrero.
Repertorio inapelable
Sigue siendo necesario que algunas frases floten en el aire y nos despabilen las neuronas para devolvernos a la realidad. Y Raimon es esa realidad, a veces triste, a veces tierna y enamorada, a veces poética e intrincada, luchadora incansable, incluso irónica, cínica o simplemente alegre. El repertorio de Raimon, que se extiende a lo largo de 45 años, sigue siendo inapelable, tan necesario como el aire de cada respiración. Eso sí, los tiempos han cambiado, antes la suya era canción de lucha, ahora en Mataró se presentaba dentro de un ciclo denominado Músiques tranquil.les. ¿Casualidad?
El sábado Raimon repasó con firmeza toda su trayectoria, desde el iniciático Al vent, que cerró el recital, hasta la todavía caliente Terra negra, dedicada a Tàpies. Algo más de 90 minutos de poesía y sensibilidad en los que Raimon exploró sin miedo todas las facetas de una voz que sigue conservando toda su fuerza y toda su capacidad para convertir determinadas frases en un estremecimiento. Los poetas clásicos de la lengua catalana volvieron a codearse de forma natural con el Espriu más satírico y un Raimon oscilante entre las canciones de amor y la lucha continuada.
Tras el recital antológico de Mataró, la única conclusión lógica es: ¡qué suerte tenemos de que Raimon siga al pie del cañón!
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