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Columna
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Nuevas profesiones

En un programa llamado España directo o algo parecido, veo la historia de un señor que padece el llamado síndrome de Diógenes. Los reporteros del espacio, que se comportan con asombro e inocencia ante lo que les parece escandaloso, salen en pantalla y hablan con los protagonistas. En este caso, vemos la casa del señor, que está sucia y llena de trastos, como corresponde. Entrevistan a los vecinos, que se manifiestan hartos de la suciedad del señor, que, con su afán por acumular basura y trastos, provoca malos olores y la aparición de ratas. También entrevistan al señor. "Oiga... Esto está muy sucio, ¿eh?", le advierte el joven reportero (cuyo sexo no recuerdo ahora). El tono es el mismo que utilizaría el dueño de un gato para advertirle de que no hay que subirse a la mesa de la cocina.

No hay programa de reportajes sin señor con síndrome de Diógenes. Es obligatorio.

El mismo día y en el mismo programa sale otro señor que también padece el síndrome de Diógenes. Por si no nos había quedado claro, el presentador en el plató nos explica en qué consiste este síndrome. A continuación otro reportero habla con este nuevo señor. También entrevista a los vecinos, que también se muestran hartos de la suciedad y de los malos olores. Vemos, como antes, el lavabo del protagonista. "Esto habría que limpiarlo un poquito ¿no?", exclama el reportero.

En otro programa de reportajes, Callejeros, de la cadena Cuatro, sale otra señora que padece el síndrome de Diógenes. La reportera nos cuenta en qué consiste el síndrome y, como debe ser, la definición coincide con la de la enciclopedia online Wikipedia. También habla con las vecinas. "¡Madre mía, cómo tiene esto...!", exclama, dominada por la maravilla.

No hay programa de reportajes sin señor con síndrome de Diógenes. Es obligatorio, como es obligatorio el monólogo en el late show. Es tan obligatorio que yo supongo que, cuando en la reunión de producción no saben qué tema candente sacar, el productor saca la agenda y llama a los cinco o seis señores con síndrome de Diógenes que conoce para ver si están disponibles. No es fácil, claro. Los señores con síndrome de Diógenes están ocupadísimos saliendo en los distintos programas de reportajes candentes. A veces encadenan tres o cuatro programas seguidos en un mismo día. Se va una reportera y llega otra. Es un no parar.

La cosa está llegando a tal punto que supongo que muy pronto se convocarán castings para señores con síndrome de Diógenes. No queda un solo señor con síndrome de Diógenes que no haya salido en la tele. Por tanto, es una profesión con futuro. Tienes el síndrome de Diógenes y puedes vivir de lo que te pagan los reporteros a cambio de que les abras la puerta de tu casa y les dejes exclamar ante las cámaras: "¡Dios mío, pero cómo tiene esto...!".

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