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Reportaje:

Veltroni contra todos

La apuesta solitaria del nuevo líder de la izquierda italianadescoloca a Berlusconi

"Si può fare". La frase, dicha con acento romano (se po' fa') es el equivalente italiano al "yes, we can" de Barack Obama, y resume el reto de Walter Veltroni, el nuevo líder del centro-izquierda italiano. Ése será el lema de la campaña del popular alcalde de Roma, de 52 años, elegido secretario del Partido Democrático (PD) el pasado octubre. Veltroni quiere cambiar Italia, construir un país distinto, ofrecer otra manera de hacer política. Su discurso, su nuevo estilo, su coraje, ha descolocado a Silvio Berlusconi, ha sacudido los cimientos del sistema y ha dejado aislada a la izquierda radical. Es un cambio histórico, dice el escritor Alberto Asor Rosa, "acaba con el modelo clásico italiano, y europeo, y abraza el modelo americano".

Veltroni llama a la Italia deprimida y frustrada que no cree en la política
Su lema de campaña es "si può fare", como el "yes, we can" de Obama
"Es el paso del modelo europeo al americano", dice el escritor Asor Rosa
"Ha sido un movimiento feliz", afirma el premio Nobel Dario Fo
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A Veltroni lo llaman El Solitario porque ha decidido romper con 15 años de alianzas electorales para comparecer solo, a pecho descubierto, contra el favorito Silvio Berlusconi en las legislativas del 13 y 14 de abril y contra la lógica de una ley electoral que sólo premia a la lista más votada.

La izquierda radical le acusa de asfaltar el camino a la victoria de Berlusconi. "Es un suicidio", dicen los viejos aliados del PD. Pero Veltroni sonríe con la suficiencia del que ha cambiado de repente las reglas del juego. Y convence cada vez a más gente: "Ha sido un movimiento feliz", afirma Dario Fo, premio Nobel de Literatura, "porque ha conseguido superar el clima desastroso que creó la caída del Gobierno de Prodi, ha roto el consenso de la derecha y ha obligado a moverse a Berlusconi. Creía que tenía el viento de cara para ganar de calle, y ahora pedalea como un loco para ponerse a la altura".

La táctica de Veltroni ha sido movilizar y sacudir a los italianos, muchos hartos de los trapicheos y la ambigüedad de sus políticos. El popular alcalde romano habla lleno de convicción, persuasivo en su oratoria sencilla y trufada con gotas de humor: "El partido es David contra Goliat, pero podemos ganarlo. ¿Cuántas veces no gana el que va por detrás en los sondeos? Somos 18 contra uno, pero se po' fa".

A Berlusconi, de 71 años, lo llaman El Inmortal. Zorro viejo, esta semana ha debido responder al reto de Veltroni, quien le animó a presentarse también solo. Il Cavaliere meditó unos días. Viéndose delante en los sondeos (entre 10 y 15 puntos), sabía que repetir la macroalianza de 2006 (14 partidos) significaba jugar un agrio papel: el representante del viejo estilo.

El líder de Forza Italia ha optado por una solución intermedia: concurrirá con Alianza Nacional, renunciando a las siglas FI y AN, en una lista única, llamada Pueblo de la Libertad, y federado con la Liga. "Se trataba de ser valiente, no de ponerse maquillaje", afirmó al saberlo Veltroni, tirando del doble sentido.

Tras la caída del Gobierno de Prodi, 20 meses después de haber llegado al poder, y después de años de alternancia, broncas y decadencia económica -el sorpasso de España en nivel de renta es una herida sangrante, los salarios llevan años congelados-, esta vez las cosas son distintas.

El juego ya no suena a izquierda contra derecha, sur contra norte, jóvenes contra viejos. Ya no es Prodi contra Berlusconi, como era desde 1996. Esta vez es Veltroni contra todos. Contra la casta de izquierda y de derechas. Veltroni llamando a la Italia deprimida y frustrada que no cree en la política. Veltroni criticando una democracia masificada, confusa y anclada en el pasado, poblada de caras conocidas hace décadas y hecha de tránsfugas, insultos, furbizia (picaresca) y pactos subterráneos.

Romano de nacimiento, casado y padre de dos hijas, Veltroni está en política desde 1976: salió elegido concejal de Roma a los 21 años. Se diría que su pasión es romper esquemas, hacer lo que casi nadie espera. Le llaman el rey del ma anche -del pero también- porque no excluye a nadie y le gusta agradar a todos. Tiene fama de que le cuesta imponer sus decisiones si alguien protesta con la fuerza necesaria. Pero esta vez ha decidido. Y a muchos ciudadanos les gusta su apuesta. Francesco Frissenda, pediatra, dice que el líder del PD "es listo, y sabe que Berlusconi, si gana, durará poco; no quiere gobernar ahora, sino dentro de dos o tres años, cuando se haya reformado la ley electoral".

Tampoco descarta ese escenario el escritor Alberto Asor Rosa, que define Italia como "el país donde todo es lo contrario de lo contrario". En su opinión, "Veltroni se presenta por dos motivos. Uno táctico, evitar parecerse a la izquierda que es juzgada como obsoleta e incapaz de reformar el país, y otro estratégico: pasar a ser, no la nueva izquierda, sino el centro". Veltroni quiere construir "una Italia que se sienta de nuevo una gran nación, consciente y orgullosa". Palabras que podrían firmar Berlusconi o Fini, quienes estos días han mostrado que no manejan argumentos concretos, salvo el de adscribirse al Grupo Popular europeo para echar a la izquierda del poder.

Lo malo es que la izquierda parece haber dejado de existir, aunque los analistas conservadores aseguran que la renovación de Veltroni no es real. Afirman que ese estilo Obama -Veltroni escribió el prólogo de la edición italiana del libro del candidato demócrata estadounidense- es sólo un truco para distanciarse de Prodi: "Ahora [Veltroni] sólo conoce a Obama. Más aún: él es Obama", ha escrito Mario Giordano en Il Giornale.

La derecha está preocupada. Veltroni busca consenso, vende sobriedad, sentido común, productividad, innovación, mérito. Y promete llevar "la Italia real al Parlamento", con "líderes obreros, jefes de call centers, jóvenes empresarios, autónomos, mujeres" (sólo el 17% de los diputados del PD son mujeres). Para el filósofo Gianni Vattimo, el giro veltroniano "consiste en la neutralización de la política, en el triunfo del pragmatismo frente a la ideología", y esconde el deseo de gobernar a la alemana. "Tomemos en serio la hipótesis de una gran alianza poselectoral", dice Vattimo. "La decisión de Veltroni de presentarse solo sabiendo que no puede ganar... Para ser un suicidio purificador, me parece excesivo".

¿Es verosímil que Veltroni acabe pactando con la derecha? "De Veltroni me espero cualquier cosa", responde Vattimo. "Si Berlusconi gana con una gran mayoría, no pacta. Pero Berlusconi sabe que no es probable que gane así. Así que no debemos excluir que venga una especie de gran sarkozysmo a la italiana, todos juntos a salvar la patria".

"No creo que Veltroni haga eso", afirma Fo. "Si lo hace, se hunde con Berlusconi. Si reman juntos y se acercan mucho, los dos se caen y no podrían ni nadar". En cualquier caso, se trata de un cambio histórico, asegura Asor Rosa: "Es el fin de las categorías clásicas, el paso del modelo europeo al americano".

Autor de libros y periodista profesional, Veltroni fue el director que renovó el periódico comunista L'Unità. Siendo forofo del Juventus, es alcalde de Roma desde 2001. Pero su gran ilusión es irse a vivir a África. "Lo haré alguna vez", dijo el otro día, "pero antes tengo que responder al desafío que nos exige Italia". ¿Se po' fa'?

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