El espacio imaginado de Isabel Coixet
La cineasta trabaja en un local blanco y diáfano, arropada por libros, discos, películas, fotos y recortes de prensa
A veces los misterios se desvanecen y se incorporan con naturalidad en un paisaje doméstico. La cineasta Isabel Coixet (Barcelona, 1962) acumulaba curiosidad hacia un local cercano a su domicilio. Estaba siempre cerrado, pero un día el azar le permitió espiar en su interior desvencijado. "De inmediato lo imaginé como un lugar blanco y luminoso, y me vi dentro de él". Poco después lo compró para transformarlo en su lugar de trabajo y sede de su productora, siguiendo las pautas de aquella estimulante visión. Lo convirtió en el espacio imaginado con la tenacidad que aplica a todas las facetas de su vida. La misma que le ha permitido resolver a su manera el encargo de dirigir una película para un estudio de Hollywood. Le costó muchas discusiones. Pero Elegy, adaptación de una novela de Philip Roth que mañana se proyecta a concurso en la Berlinale, ha acabado siendo la película que ella quería. Isabel Coixet, fiel a sí misma, sólo tiene una preocupación ante su prueba de fuego berlinesa: "Será la primera vez que asista a un pase del filme con público. Entre los asistentes, 28 amigos míos venidos de todo el mundo. Y tengo amigos capaces de críticas muy duras".
Sobre una mesita blanca, un jarrón hospeda un frondoso ramo de mimosas. "Me encantan. Sobre todo porque son tan efímeras...", confiesa la directora. En su escritorio se amontonan los papeles con notas para posibles artículos. En la pared, un collage de fotografías y recortes de prensa conforma una cartografía personal, en la que se cuelan detalles prácticos, como un calendario con sus compromisos para las próximas semanas. Protegido por un marco de cristal está su amigo John Berger, en la forma de un retrato esquemático dibujado por Zoe, la hija de la realizadora. En el suelo y en las estanterías, montones de libros de arte, compactos de música y películas dan más pistas sobre las inquietudes estéticas de Coixet. Un inspirador ropaje para su creatividad, que no piensa ver coartada por imposiciones externas.
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