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Asociaciones profesionales impulsan un escaparate para el diseño

Buscan una sede en Valencia para un centro como los de otras ciudades europeas

En el libro Design now, considerado la biblia del diseño en todo el mundo, aparece el nombre de Nacho Lavernia como uno de los dos únicos españoles líderes del sector en todo el mundo. Lavernia vive en Valencia y trabaja en su propio estudio, Lavernia, Cienfuegos y Asociados. Como él, profesionales como Daniel Nebot -Premio Nacional de Diseño Industrial en 1996-, Pepe Gimeno o Paco Bascuñán gozan de reconocimiento por su labor en el mundo entero. Todos son valencianos y viven y trabajan en una ciudad que, a diferencia de Madrid o Barcelona, no posee ningún centro de diseño que canalice sus actividades y las dé a conocer a la sociedad.

"No se ha sabido canalizar la competitividad a través del diseño"
Los centros de Helsinki y Barcelona sirven de referente a la idea

La aspiración de crear un centro del diseño en la capital valenciana es casi tan antigua como la vocación de los diseñadores en "dar una dimensión popular" a su actividad, como señala Kike Correcher, presidente de la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana. Ahora, ese viejo anhelo vuelve a tomar fuerza gracias al apoyo de Carmen Alborch, jefa de la oposición municipal en el Ayuntamiento de Valencia, que incluyó en su programa electoral la promesa de poner en marcha dicho centro. "Si hablamos de innovación, hablamos de diseño y con la idea de bienestar para el ciudadano, y nos encontramos, dada la importancia que ha adquirido el sector en nuestra ciudad, ante una oportunidad estratégica para la ciudad", explica la concejal socialista.

También el gobierno municipal es sensible a esa propuesta. Beatriz Simón, regidora de juventud, confiesa que hay "buena sintonía para llegar a un acuerdo con las asociaciones", aunque la principal aspiración es "poder aunar la idea que ellos tienen con el proyecto del Museo del Diseño que presentamos en el programa electoral del PP".

Más allá de las conversaciones que Alborch y Simón han mantenido con las diferentes asociaciones profesionales de diseñadores e interioristas, la reivindicación histórica del sector es la cesión de un espacio que sirva como "centro de documentación, reuniones, trabajo, exposiciones o talleres", como señala Carmen Baselga, vicepresidenta del Colegio de Decoradores y Diseñadores de la Comunidad Valenciana. Puede ser un edificio en desuso o un inmueble rehabilitado, pero "en el centro de la ciudad, porque es muy importante que sea visible en la ciudad, que el ciudadano lo identifique", como dice Lavernia, porque "el problema de esta ciudad es que muchas cosas son invisibles", apostilla Correcher.

Las asociaciones de diseñadores y decoradores buscan, ante todo, ese espacio emblemático "que potencie la imagen de Valencia como ciudad moderna y que fuera un espléndido escaparate del diseño valenciano", señala Nacho Lavernia. Luego, se ocuparían de la financiación: "No queremos que sea algo que sostengan las instituciones, sino que la gestión la lleve el colectivo y las empresas involucradas", sostiene Correcher. "Sólo necesitamos el espacio", abunda Baselga. Y el espacio tiene muchos referentes. Por ejemplo, el modélico centro de diseño que existe en Helsinki, que ocupa una planta baja cerca de la avenida Espalanadi, en pleno centro de la capital finlandesa. O el Convent dels Àngels, en Barcelona, "un edificio que sirve como referente para el visitante", dice Carmen Baselga.

A simple vista, el ciudadano ajeno a la problemática podría pensar que la creación de un centro del diseño es una forma de autobombo para una profesión no suficientemente reconocida. "No se trata de eso, sino de que en la Comunidad Valenciana se está perdiendo tejido industrial porque no se ha sabido canalizar la competitividad a través del diseño", cuenta Correcher, quien cree que el centro de diseño es "una necesidad práctica que necesitan la ciudad y la Comunidad Valenciana". Carmen Alborch subraya esta idea cuando habla de "potenciar el enorme talento en el sector que hay en Valencia para que esa fuente de riqueza contribuya a la imagen de la ciudad, a la creación de empleo y a la actividad empresarial". Todo son buenas intenciones y sólo falta llevarlas a la práctica. "Soy optimista porque es un bien para todos", afirma Correcher. "Podemos llegar a un acuerdo", reconoce Simón.

Dos modelos para un proyecto

La mayoría de las grandes ciudades europeas poseen un centro de diseño, como parte del atractivo turístico y como instrumento para mejorar la calidad de vida de las personas. El principal modelo de funcionamiento que rige en esos centros es el social, es decir, el que liga su existencia a la promoción de las actividades relacionadas con el diseño en la ciudad o la región. En este modelo, las tres ramas del diseño, el gráfico, el industrial y el interiorismo, se concentran en una institución que puede contener salas de exposiciones, una colección permanente, como es el caso de los centros de Lisboa o Copenhague, espacios para muestras temporales, un centro de documentación sobre la materia, salón de actos y salas de reuniones para charlas o conferencias, y una zona lúdica que incluye restaurante o cafetería y una tienda con productos seleccionados que tengan relación con el diseño. Todo ello en un espacio abierto al público, gratuito, y con una proyección eminentemente social.

Existe otro modelo de centro de diseño que respondería al gestor de servicios. En él, las empresas que busquen soluciones de diseño para sus productos pueden acercarse al centro para recibir asesoramiento de tipo tecnológico, un trabajo que corresponde a las asociaciones corporativas.

De los dos modelos de centro de diseño que existen en el mundo, los representantes de las asociaciones corporativas prefieren para Valencia el primero, el que sea un vehículo para la promoción del diseño valenciano tanto para la sociedad en la que vive como para el visitante. Sin embargo, el proyecto que manejan prevé que las sedes de las asociaciones relacionadas con el diseño se encuentren en el propio centro, como un lugar que aglutine todas las actividades de la disciplina, lo que convertiría al de Valencia en un centro mixto, que tomaría de los dos modelos para cumplir una función social y empresarial a la vez.

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