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Reportaje:

Los secuestros de la droga

Fuengirola atrae a bandas especializadas en robar y extorsionar a 'narcos'

Juana Viúdez

Es uno de los sectores de actividad más desconocidos del crimen organizado y, en los últimos meses, está generando grandes quebraderos de cabeza a la policía en la Costa del Sol. Se trata de las bandas mafiosas especializadas en robar y extorsionar a traficantes de drogas. La visión pragmática de los negocios hace que estos grupos valoren enormemente las ventajas de asaltar a narcos, por la cuantía del botín y la seguridad de que sus víctimas nunca les denunciarán.

Las bandas especializadas en este tipo de delito espían a quienes pudieron ser sus socios en el pasado, y les roban la cocaína, el hachís o grandes sumas de dinero. En la mayoría de las ocasiones, además, hay un secuestro de por medio.

La mayoría de estos casos no trasciende porque las víctimas no denuncian

El último caso conocido de este fenómeno ha ocurrido en Fuengirola (Málaga). En esta ciudad, refugio de narcotraficantes de todo el mundo, la policía detuvo la semana pasada a un grupo de extorsionadores en pleno secuestro de tres hombres por los que supuestamente pensaban pedir una recompensa.

La operación terminó con ocho detenidos, todos de nacionalidad marroquí. Cuatro de ellos, en torno a la treintena, están acusados del secuestro. El resto por tráfico de drogas. Les intervinieron unos 270 kilogramos de hachís, un arma corta y una máquina de contar billetes de banco. La investigación sigue abierta.

Los investigadores detectaron que la banda se había desplazado desde L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) hasta la Costa del Sol y que andaba echándole el ojo a los traficantes de la zona. Buscaban que alguno de ellos preparase un golpe para poder secuestrar a alguno de sus miembros, robarles y después huir a Cataluña con el botín.

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Fuengirola es una ciudad que pasa desapercibida en cuanto a asentamiento de narcotraficantes, aunque según fuentes policiales, registra una importante actividad de estos grupos mafiosos. En septiembre, tres hombres murieron en una de sus barriadas tras un tiroteo producto de un robo de cocaína arrastrado de Colombia.

"Los secuestros son una práctica habitual entre narcos. Lo hacen sobre todo para cobrar deudas o para avisar a alguien de que deje de meterse en su territorio", señala un mando destinado en la Costa del Sol.

Un porcentaje muy alto de estos casos no trasciende ya que no hay denuncias formales y los agentes que conocen de su existencia sólo intervienen cuando tienen muy claro que las víctimas están siendo torturadas o que su vida está en peligro.

En algunos de estos casos, los policías actúan casi de espectadores. Desde que conocen el hecho, normalmente por soplos de sus confidentes, hasta que hay una resolución, pasan tres o cuatro días de verdadero estrés. El ritmo aumenta en los casos en los que descubren que la vida de la víctima corre peligro, ya sea porque en su banda se niega a pagar la recompensa o porque sus captores buscan información que se niega a proporcionarles. La tensión afloja cuando vuelven a ver al secuestrado en la calle. "Eso quiere decir que ha pagado", resumen.

Como cualquier negocio arriesgado, las bandas especializadas en secuestrar o asaltar a narcos suelen ser conscientes de que el beneficio de sus actuaciones es directamente proporcional a las represalias que pueden sufrir. Por si fuera poco, deben escapar de dos frentes: la policía y a quienes han robado.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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