Acción preventiva

El grupo islamista detenido el pasado sábado en Barcelona preparaba un atentado, probablemente en el metro de la ciudad, según los autos de prisión contra diez de sus componentes dictados por el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. Un testigo protegido, al que el juez concede credibilidad, reveló a los servicios secretos franceses, y éstos a las autoridades españolas, que la decisión de atentar ya había sido tomada. Esa información precipitó la intervención de la Guardia Civil, y el material explosivo incautado, aunque insuficiente para un atentado como el previsto, confirma, en opinión del instructor, que el grupo estaba preparándose para pasar a la acción.

No se trata por tanto únicamente de las revelaciones de un testigo, ni sólo de la existencia de materiales susceptibles de ser empleados para fabricar artefactos explosivos, sino de la combinación de ambas cosas. La investigación deberá precisar y personalizar las responsabilidades. Pero del auto parece deducirse que sí era un núcleo terrorista, y no simplemente un grupo de personas con ideas radicales. También que preparaban una acción, fuera o no inminente. Y, por tanto, que hizo muy bien la Guardia Civil en no demorar su intervención preventiva.

Las declaraciones que siguieron a las detenciones crearon cierta confusión. El consejero de Interior de la Generalitat se precipitó al restarles importancia con el argumento de la escasa entidad del material capturado. La hipótesis de las Fuerzas de Seguridad es que podía tratarse de componentes para la construcción de bombas, aunque no contasen todavía con cantidades suficientes. El consejero respondía a una demanda de información motivada por la ansiedad de la opinión pública. Pero lo propio es que sólo se informe cuando hay pruebas sólidas.

En 2007, un total de 52 planes terroristas de las tramas yihadistas han sido desmanteladas en la UE, según la Europol. En España, desde el 11-M han sido detenidas más de 300 personas sospechosas de formar parte de células terroristas islamistas. Es seguro que ello nos ha librado de algunas nuevas masacres, porque no hay duda de que España está en el punto de mira de esas tramas, según recuerdan sus líderes en vídeos amenazantes.

La experiencia acumulada durante estos años indica que el terrorismo yihadista, tan distinto del etarra, no necesita de grandes estructuras organizativas para pasar de la idea al acto; la disposición suicida compensa la penuria de medios. De ahí la dificultad de la actuación de las Fuerzas de Seguridad, obligadas a detener a personas que todavía no han cometido delitos pero de las que se sospecha que se disponen a pasar a la acción. Eso no significa que la policía pueda actuar indiscriminadamente, pero sí que los agentes merecen el reconocimiento ciudadano a su difícil labor. Este tipo de acción policial no debe servir, en ningún caso, para culpabilizar a un entero colectivo de dignos y respetables ciudadanos.