Rajoy y la gente humilde
Rajoy parece convencido de que lo votará la gente "normal", la "gente más humilde", los que "se levantan temprano todos los días". Rajoy debe confiar mucho en su capacidad y la de los suyos para seducir, o acaso confía aún más en la atávica ignorancia de la "gente humilde", porque las listas electorales sólo interesan a "los listos".
Confía Rajoy en que la "gente humilde" ignore para quién trabaja el ex presidente del Gobierno señor Aznar; para quién trabajó y trabaja el ex ministro de Economía señor Rato; para quién trabajó y con qué salario el nuevo brillante fichaje del partido, señor Pizarro. Confía Rajoy en que la "gente humilde" no sepa relacionar el patrón económico con el patrón político, que no se dé cuenta de que al final siempre es el mismo patrón.
La "gente humilde" suele desconfiar de los suyos, gente soez y sin glamour, esa cosa, y así votó muy poco a Dolores Ibárruri, Pasionaria, hija y esposa de mineros; a Gerardo Iglesias, que también era minero y se volvió a la mina; a Julio Anguita, que era maestro y se volvió a la escuela (aunque los votó más de lo que parece, pero la "gente humilde" acaso no sabe que el sistema electoral está trucado); a Gaspar Llamazares, que es médico... ¿Qué puede saber un médico de política? Un médico sabe del dolor ajeno, algo que desconocen los grupos financieros para los que trabaja el ínclito presidente del PP.
Rajoy desconfía de los "listos" que se interesan por quién va en las listas, Rajoy confía en los tontos, en "la gente más humilde", esa gente tan sólo interesada por los culebrones en que los ricos también lloran, sin cuestionarse de dónde sacan su riqueza los ricos, que, si se lo cuestionasen, nunca le votarían.
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