El Valencia pone más interés
Un gol de Silva adelanta al equipo de Koeman ante un pobre Atlético que acusó la expulsión de Motta
El mensaje de los entrenadores caló de lleno entre sus respectivos jugadores. Los del Valencia se tomaron la cita como una de las pocas grandes ocasiones que les resta. Los del Atlético, como un trámite un tanto engorroso. Y el resultado fue un reflejo del interés de unos y de la dejadez de los otros, sin que los primeros pudieran, sin embargo, decidir la eliminatoria.
No están en vena los valencianistas, que tratan a duras penas de recuperar la sensibilidad perdida. Silva y Vicente son los que más se acercan. Claro que mucho más decepcionante fue el Atlético, sobre todo a partir de la expulsión de Motta (m. 25), limitándose a defenderse y a ver pasar el partido. Para lo que el lateral Varela fue resultó un frontón. Hildebrand vio todo el encuentro en lontananza, sin un mísero contragolpe que lograra asustarle.
VALENCIA 1 - ATLÉTICO 0
Valencia: Hildebrand; Caneira (Miguel, m. 46), Albiol, Helguera, Moretti; Marchena; Silva, Baraja (Maduro, m. 50), Banega (Joaquín, m 70), Vicente; y Villa. No utilizados: Mora; y Zigic.
Atlético: Falcón; Varela, Pablo, Perea, Pernía; Maxi, Cléber, Motta, Luis García; Mista (Reyes, m. 57) y Agüero (Forlán, m. 46). No utilizados: Abbiati; Eller y De las Cuevas.
Gol: 1-0. M 32. Silva engancha un balón suelto en el balcón del área tras un mal despeje de Pablo a la salida de un córner.
Árbitro: Clos Gómez. Expulsó a Motta por doble amarilla (m. 25). Amonestó a Caneira, Moretti, Pernía, Reyes y Silva.
Unos 40.000 espectadores en el estadio de Mestalla.
Hildebrand vio todo el choque en lontananza, sin un contragolpe del que asustarse
Varela fue un frontón en el empeño de los de Aguirre por no recibir ningún gol más
Es lo que tiene Motta, malos modos que le están lastrando una prometedora carrera. Ya la sufrió el Barça en su día y ahora le toca al Atlético. Vio dos amarillas casi seguidas. La primera por la bocanada de insultos que compartió con Caneira. En portugués, por supuesto. Y, a continuación, por una patada en la rodilla a Villa que remataba su lamentable actuación.
El partido se embruteció en los siguientes minutos. Lo pagó Marchena, que sufrió un manotazo de Perea mientras esperaban un córner. Asustado de la que se podía montar, el árbitro miró hacia otro lado.
En medio de la suciedad se alzó la clase de Silva, que lanzó un zurdazo a gol desde la frontal del área. Gracias a un regalo de Pablo, que despejó de cabeza hacia el centro del área tras un salto con Helguera. El central atlético, tan blando el domingo en el derby ante Robinho, volvió a equivocarse ayer en ese balón que entregó a Silva.
El gol hacía justicia, pues el Valencia siempre suspiró por la victoria. Sobre todo por la insistencia de Vicente, empeñado en volver a ser el que fue, y por las incursiones por la derecha de Silva, ubicado a pie cambiado en lo que supuso el sacrificio de Joaquín.
Los dos pequeños zurdos percutieron con tesón, bien acompañados por detrás por Banega y Baraja, y por delante por Villa, que se animó con un par de lanzamientos de falta muy malvados. El delantero asturiano, tan gris ante el Villarreal, recuperó ayer parte de la chispa extraviada. En realidad, muy poca.
Apartado Albelda, Baraja ha decidido asumir el liderazgo y ayer le dio al palique repartiendo órdenes a toda mecha. Los más jóvenes las aceptaron de buen grado. Otros, como Marchena, le replicaron y se enzarzaron en alguna discusión.
Si no vino a pasearse a Mestalla, el Atlético dio esa sensación. Jugó con una atonía desesperante. Como si la Copa le importara muy poco. Ya desde la alineación, cuando Aguirre decidió prescindir de Forlán y apostar por Mista, que ya no es ni sombra de aquél que contribuyó como el primero a los dos títulos de Liga del Valencia de Rafa Benítez. Así se lo reconoció el público de Mestalla, ovacionándolo cuando Aguirre lo suplió por Reyes en el segundo periodo.
Koeman, que advirtió que podía sentenciar la eliminatoria, retiró a Caneira en el descanso para darle paso al discotequero Miguel, que regresaba tras la juerga que acabó con los huesos de su compatriota Manuel Fernandes en la cárcel. Pero Miguel no está para muchos trotes. También entró Forlán, insinuando que Aguirre quería recuperar el tiempo perdido. No era el caso. Entró por Agüero, señal de que el Atlético había claudicado en ataque. El choque se enfrió cuando se lesionó Baraja, lo que ya se ha convertido, desgraciadamente, en una tradición. En los últimos años, el vallisoletano repite la liturgia: se lesiona, vuelve, juega un puñado de partidos y vuelve a lastimarse. Sus músculos no resisten una secuencia prolongada de partidos.
Debutó Maduro, el joven mediocentro holandés, que tuvo la osadía de compararse en su presentación a Pirlo. Aunque dejó algunos detalles, le queda una eternidad. Villa se empeñó en cerrar la eliminatoria. Demasiado individualmente. Con los culebreos de Joaquín, el partido estaba para Zigic... Pero Koeman no le tiene ninguna estima.
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