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El Ballet de Wiesbaden estrena en España las coreografías de Stephan Toss

El coreógrafo Stephan Toss se incorporó recientemente a la dirección del Ballet del Teatro Nacional de Wiesbaden, en Alemania. Siguió a su llegada un profundo cambio de estilo y de elenco, y el primer estreno que abordó fue Blanco como la luna, visión y fantasía, tres muestras de danza expresionista que vieron la luz el pasado 20 de octubre. Tres meses después se representa en el Teatro Arriaga de Bilbao (hoy y mañana, 20.00) primeras oportunidades de contemplar en España creaciones de Toss.

El programa se abrirá con una coreografía preparada sobre la Ofrenda musical de Bach, nacida tras la visita que el compositor realizó en 1747 al rey Federico II de Prusia. Cuenta la leyenda que fue el propio monarca, gran aficionado a la música, quien le cedió la melodía base de cinco tonos sobre la que el compositor concibió la obra.

Después, los bailarines prestarán movimiento a las Visiones fugitivas de Sergéi Prokofiev, arregladas para orquesta de cuerda por Geiger Rudolf. El final llegará con No cha-cha-cha, una pieza que mezcla tango, folclor, chachachá y las notas de Trisagion, de Arvo Pärt, un autor estonio a quien se identifica con postulados minimalistas.

Las tres partes de Blanco como la luna, visión y fantasía se presentan como muy variadas en cuanto a su ejecución. Sus constantes alusiones al mundo de la ensoñación serían el común denominador.

Libre interpretación

El propio Stephan Toss lo señaló ayer en una rueda de prensa en Bilbao al explicar el significado del título, cuya interpretación le parece mucho más interesante que la mera descripción de cada coreografía. "La luna está asociada a la fase nocturna, a la noche, cuando la consciencia duerme y despierta el subconsciente, que para muchos artistas está asociado a lo surrealista. Crea a partir de la fantasía y de las visiones", resaltó.

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Y prosiguió: "El blanco es una invitación al público para que escriba en él sus impresiones, para que plasme lo que le sugiere el espectáculo". Un total de 23 bailarines integran el cuerpo del Ballet de Wiesbaden. Entre ellos figura desde 1994 la vizcaína Verónica Villar, quien también destaca que Blanco sobre la luna no se trata de un montaje totalmente explícito, sino que supone un trabajo "un poco de libre interpretación". Para disfrutarlo, "el público no tiene que limitarse a sentarse y leer el libreto que le entregan a la entrada del teatro, sino que tiene que centrarse en lo que le sugiere y en las sensaciones que le produce la música que escucha y lo que ve sobre el escenario", aconseja la bailarina, nacida en Sondika.

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