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Dos obras inéditas de Brossa suben al escenario

Se estrenan 'La sorra i l'acadèmia' y 'Estació de Calinòpia'

El artista no puede permanecer encerrado en su torre de marfil. Debe salir al mundo, conectar con él, y conseguir que su obra llegue a sus coetáneos. El poeta Joan Brossa reflejó esta concepción del arte en La sorra i l'acadèmia, uno de sus muchos textos pensados para la escena que todavía no han sido representados.

La sala barcelonesa que lleva su nombre, el Brossa Espai Escènic, sirve de puente entre el papel escrito y el escenario en un espectáculo con prólogo y epílogo de Estació de Calinòpia, otra pieza no estrenada hasta ahora. El montaje ha sido dirigido por Jordi Faura y Abel Coll, y podrá verse en el pequeño teatro del barrio de La Ribera desde el 17 de enero hasta el 17 de febrero.

Manel Barceló, Maria Molins y el propio Coll son los intérpretes de un espectáculo que surgió de un encargo de Hermann Bonnín y Jesús Julve, directores del Brossa, muy comprometidos para conseguir la mayor visibilidad de la obra del creador catalán. La propuesta consistía en ver cómo se enfrentaban a sus textos dos directores jóvenes que no le conocieron y tampoco han visto ningún montaje anterior de un texto suyo. A Jordi Faura le parece muy importante subrayar que Brossa "es un poeta que escribe para el teatro". En consecuencia, califica de "poesía visual" o también "poesía escénica" el trabajo resultante.

Los dos directores cuentan que el argumento de La sorra i l'acadèmia, la pieza que acapara el grueso del espectáculo, se podría resumir fácilmente. No se desmarcaría demasiado de una típica historia de encuentro y desencuentro amoroso. Un artista enamorado decide dejar su estudio para aislarse del mundo y ensayar un arte puro. Diez años más tarde regresa para recuperar a su novia de entonces y rescatar su taller creativo, tras haber aprendido que no se puede crear al margen de la realidad. Pero una década es mucho tiempo, su espacio es ahora sede de un negocio y la chica se va a casar con otro. El prólogo y el epílogo de Estació de Calinòpia sirven para potenciar el ropaje simbólico de la historia.

Aunque en este espectáculo las evidencias se desvanecen. Faura advierte de que en manos de Brossa se quebranta toda linealidad en aras de la fragmentación. Y la carga metafórica del texto lo aparta de cualquier convención. Manel Barceló explica que, no obstante, la clave interpretativa consiste justamente en darse cuenta de que no se está haciendo un recital poético, sino teatro. "Debes ser muy preciso con los ritmos, con las pausas. Debes captar la poesía, pero no para ponerla en una peana, sino para saber conectarla con la emoción". A juicio de Barceló, espectáculos como éste se dirigen a un público que acude al teatro "como si fuera a un gimnasio, pero en este caso para trabajar el intelecto".

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