Y, ahora, el Casco Antiguo
El gerente de la Fundación Santa María, que recupera la catedral, encabezará desde abril la rehabilitación de Vitoria
Abogado, hijo y hermano de letrados, Gonzalo Arroita (Bilbao, 1961) comenzará a trabajar en abril en la recuperación del Casco Antiguo de Vitoria, después del éxito que ha alcanzado con la rehabilitación de la catedral de Santa María de Vitoria y antes, con la regeneración del barrio de San Luis de Barakaldo, cuando trabajó en la consejería de Obras Públicas y Urbanismo del Gobierno. Quizás por esa condición de extraño en un mundo de arquitectos, urbanistas, arqueólogos o sociólogos, tal vez por su condición de deportista, Arroita ha conseguido imprimir un estilo dinámico a esas operaciones complejas, caracterizadas por la morosidad. "Es cuestión de aplicar sentido común", resume.
"Una intervención pública en un edificio privado debe tener función social"
Ha buscado el apoyo de mecenas o de escritores a la reforma del templo
Arroita había anunciado a principios de 2007 que abandonaba su puesto como director gerente de la rehabilitación de la catedral gótica de Vitoria. Precisó que volvía al despacho de abogados familiar, pero el alcalde de la capital alavesa, el socialista Patxi Lazcoz, le ha conseguido seducir con un nuevo reto: conseguir revivir el Casco Antiguo de la ciudad. Y, como buen jugador de waterpolo o pala que es, dos de sus deportes preferidos, ha recogido el guante: "Me lo he tomado como un partido de frontón, como los que juego todas las semanas, en los que sales a ganar, pero también a divertirte lo más que puedas. En este caso, veo muchas posibilidades en el proyecto".
También las apreció en la rehabilitación de la catedral vieja de Vitoria, bello templo gótico que había sido desahuciado por muchos expertos. Se encontró entonces al frente del proyecto junto con el arquitecto Juan Ignacio Lasagabaster y el arqueólogo y catedrático de la UPV, Agustín Azkarate. Y formaron, con el economista Carlos Rodríguez de Diego, un cuarteto que ha recibido reconocimientos únicos en España, como el premio Europa Nostra. "Partimos de una reflexión básica: una intervención pública en un edificio prívado supone que ha de ser excelente en lo científico, en lo arquitectónico, pero que también que tenga la máxima función social", explica.
Surgió entonces el lema Abierto por obras, que ha llevado a cientos de miles de personas a recorrer el templo en visitas guiadas, mientras albañiles y arquitectos, pero también geólogos, químicos y arqueólogos realizan su trabajo. Arroita ha ejercido estos años como director de una restauración heterodoxa, que ha buscado el apoyo de mecenas o de escritores como José Saramago, Eduardo Mendoza, Paulo Coelho o Ken Follet, quien presentará el próximo jueves en Vitoria Un mundo sin fin, la secuela de su Los pilares de la tierra, que nació tras su visita a la catedral vitoriana.
"¿Quién nos iba a decir que iba a llegar este momento?", se pregunta. La fórmula para lograr el triunfo ha sido el equilibrio "entre lo religioso y lo civil, entre lo divulgativo y lo profesional, entre la búsqueda de la mayor difusión sin perder el rigor que da la calidad...", indica.
La sensibilidad social del gerente de la Fundación Santa María hasta el 31 de enero ha resultado clave. Normalmente, en las restauraciones de patrimonio monumental no se valora la condición de inversión pública. "Desde el principio, tuvimos claro que había que devolver ese dinero a la sociedad. Agustín Azkarate, catedrático de Arqueología, cita siempre ese aspecto de la rentabilidad económica y social en sus conferencias".
El triunfo de la experiencia se aprecia en la resonancia internacional que ha recibido, con la presencia de Arroita y los demás en más de 50 foros anuales, desde Puerto Rico y Cuba al Vaticano o Lisboa. Ahora, le espera la revitalizaicón del Casco Antiguo de su ciudad de adopción, tarea pendiente en la capital vasca desde hace décadas.
El "terremoto" que necesita la ciudad
"A mí lo que me gustaba era la comunicación. Incluso empecé Periodismo, pero la presión familiar me llevó a estudiar Derecho", explica Gonzalo Arroita. Ese afán por la difusión pública de su trabajo ha dejado huella en la Fundación Santa María y se mantendrá en la sociedad que pasará a dirigir el próximo mes de abril. "Pero, primero, quizás por mi formación jurídica, hay que establecer unos estatutos claros, con los objetivos bien definidos", adelanta.
Mientras elabora ese marco legal, en un par de meses que también le servirán de cierto descanso, Arroita diseña las líneas básicas de su proyecto para el Casco Viejo de la capital alavesa. De momento ya ha ido esbozando algunas ideas en un pequeño cuaderno: "Está claro que hay que escuchar a los vecinos, pero también se debe apostar por una intervención que premie al ciudadano, por encima de darles el justo precio. Es la única manera de que funcionen esas operaciones urbanísticas". Arroita se refiere a la regeneración de San Luis en Barakaldo, donde los vecinos cambiaron su vivienda por otra nueva sin costes añadidos.
Una de las claves en Vitoria reside en la accesibilidad a la almendra medieval. "Ahí está el Chiado en Lisboa, en una colina, bastante inaccesible, pero han hecho un buen trabajo para atraer a la gente, con ascensores, centros comerciales con doble acceso, por la base y por lo alto de la colina..."
Gonzalo Arroita recuerda cómo Bilbao pudo recuperar buena parte de su centro merced a las inundaciones de 1983, mientras que Lisboa recobró el Chiado después del incendio que lo arrasó en 1988. "Vamos a ver si somos nosotros el terremoto que necesita Vitoria", concluye bienhumorado.
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