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Columna
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Por la familia

No sé por qué se han enfadado tanto estos chicos del PSOE con los obispos. Total, por montar una manifestación en favor de la familia. ¡Como si Rouco y sus hermanos no tuvieran derecho a manifestarse como cualquier hijo de vecino! Además, como bien queda patente en las fotografías publicadas, los fieles acudieron en masa a la llamada de sus dirigentes, demostrando que cuando hay algo realmente importante en juego el pueblo español siempre se rebela.

Claro que ciertos intelectuales, autodenominados progresistas, insisten en denunciar que tales dirigentes no han sido elegidos por sus bases, como dando a entender que éstos carecen de legitimidad democrática para convocar a las masas. La falacia de siempre. ¿Quién mejor que el propio Dios, por intermediación de su representante en la Tierra, el Papa, es competente para designar a los hombres más preparados y más piadosos de la Tierra? ¿Quién sino el Altísimo conoce la verdadera profundidad de sus virtudes, aunque para nosotros, meros mortales, aquellas puedan pasar totalmente desapercibidas?

Algunos resentidos cainitas, partidarios de estimular la memoria histórica, han llegado incluso a proponer que, dada la estrecha implicación de la jerarquía eclesiástica con el franquismo más rancio, quizá fuera conveniente que hubieran pedido perdón antes de manifestarse, sin darse cuenta, los muy rencorosos, de que las metas obispales son exclusivamente espirituales, trascendentes, ajenas por completo a lo terrenal.

Y sin embargo, a pesar de ello, ¡cuán comprometidos están sus miembros con los auténticos valores democráticos! El cardenal Agustín García-Gasco, arzobispo de Valencia, fue muy claro al respecto al denunciar que "nos dirigimos a la disolución de la Democracia", precisando además que el medio empleado para ello no es otro que la extensión de la "cultura del laicismo", la cual, además de ser un fraude, "conduce a la desesperación por el camino del aborto, el divorcio exprés y las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes".

Impresionista, sí, pero contundente. El liderazgo moral de D. Agustín es tal que lo que dijo después el Papa o el cardenal Cañizares (o sea, que la familia está bajo "amenazas claras y ataques de gran calado", y cosas así) casi pasó desapercibido.

Pero lo más emocionante, como casi siempre, vino del pueblo llano (eso es sin duda lo que más ha molestado a los socialistas). Bastaba con escuchar al presidente del Foro de la Familia advirtiendo a los fieles de que no dejen "el corazón y la cabeza de sus hijos en manos de nadie, y menos del Estado", haciendo gala de un liberalismo que para sí quisiera Milton Friedman; o a ese gentío desfilando por la calle Génova (¿dónde mejor?) con pancartas improvisadas criticando el aborto o los matrimonios de homosexuales, recordando al resto del personal carente de principios morales que ambas cosas están muy mal. ¡Como si ellos no lo supieran!

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Pero, sobre todo, ese fin de fiesta protagonizado por Kiko Argüello, fundador del Movimiento Camino Neocatecumenal, quien tras asegurar que "Europa necesita que ayudemos a la familia" y que "estos gobiernos ateos y laicos nos quieren hacer creer que nuestra nave, nuestra vida, no va a ningún lado", cogió su guitarra y cantó el hit parade Resucitó en comunión fraternal con el público asistente. Aún se me saltan las lágrimas al recordarlo.

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