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16 radares vigilarán desde enero la velocidad en los túneles de la M-30

El Ayuntamiento baraja situar el límite en unos 80 kilómetros por hora

F. Javier Barroso

Año nuevo, radares nuevos. El Ayuntamiento de Madrid ultima la puesta en servicio de 16 modernos radares fijos que se encargarán de fotografiar todos los excesos de velocidad que se den en los tramos subterráneos de la vía de circunvalación M-30. Estos cinemómetros están colocados en las paredes laterales de los túneles, salvo los que hay a la entrada de éstos, que se encuentran en pórticos.

Los radares fueron instalados hace tres meses, tiempo en el que las empresas encargadas de su colocación han estado calibrando la posición originaria y si realmente controlaban la velocidad. Y algunos han dado problemas. Un policía municipal fue llamado a un despacho por ello. El vehículo patrulla que conducía había sido literalmente cazado a 140 kilómetros por hora, cuando la velocidad máxima en estos túneles está limitada a 70 kilómetros por hora. El agente no encontraba explicación, ya que en todo momento cumplía los límites. Lo mismo ocurrió con algún vehículo pesado, en especial camiones, fotografiados a altas velocidades.

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Pero había una explicación. El radar en cuestión estaba puesto junto a una turbina extractora de aire y las fuertes corrientes que salían de ella falseaban la velocidad de los vehículos que medía.

Los cinemómetros están perfectamente ocultos de forma que no son fácilmente visibles por el conductor, sobre todo, si va pendiente de la circulación. Dentro de los subterráneos, los hay de dos tipos. Los que están colocados en las paredes son grandes cajas grises adosadas. Pasan inadvertidos por la cantidad de cámaras, señalizaciones y dispositivos de seguridad con que están dotados estos tramos de la M-30. El segundo tipo es todavía menos previsible. Se han utilizado rincones y huecos en la M-30 para camuflar los radares tipo mojón. Éstos son de dimensiones más grandes y color blanco. La mayoría de ellos sólo es visible por el retrovisor, cuando el conductor ya los ha rebasado. En ese momento, de nada serviría pisar el freno, ya que la medición habría hecho disparar la foto. Y con ello ya habría empezado el proceso sancionador.

No todos los radares que deben ser ubicados en los pórticos de entrada están ya colocados. Según fuentes municipales, están instalados en este mes, por lo que entrarán en funcionamiento en poco tiempo.

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Uno de los debates que aún no está cerrado es la velocidad a la que saltará el radar. La Policía Municipal ha propuesto una velocidad relativamente alta (unos 90 kilómetros por hora), pero esto debe recibir aún el visto bueno de la Concejalía de Seguridad y del Área de Movilidad. La intención de ambas es que esté mucho más bajo, lo que podría disparar el número de multas que diariamente se pongan en los túneles.

Fuentes municipales creen que el límite será fijado en unos 80 kilómetros por hora, una vez deducido el 5% de oscilación a que obliga la ley. En caso de vehículos pesados, es previsible que los radares salten a unos 75 kilómetros por hora.

"Los conductores, por lo que hemos comprobado, respetan los límites. Siempre hay excepciones y algunos que van haciendo el loco y a velocidades muy altas. Ésos son los que más nos preocupan", comenta un mando de la Policía Municipal. Las horas de mayores velocidades son a partir de medianoche, cuando los túneles están ya casi vacíos de circulación. "La gente no se da cuenta del problema que supondría un accidente dentro del túnel, pese a que cuenten con los mejores sistemas de seguridad que hay en estos momentos", añade este mando policial.

Uno de los problemas con los que se van a enfrentar los conductores es que estos radares pueden funcionar las 24 horas, por lo que no descansan. Eso supone que pisar el acelerador supondrá enfrentarse a multas cuantiosas.

Otra de las características de los radares es que están duplicados. En muchas carreteras y autovías, los cinemómetros instalados por la Dirección General de Tráfico (DGT) sólo multan a los conductores que pasan por un determinado carril. En la M-30, esto no suele ocurrir. El Ayuntamiento los ha colocado en ambas paredes laterales por lo que caza a todos los conductores que pasen a esa altura, vayan por el carril que vayan. De nuevo, pisar el acelerador puede salir caro.

A todo ello se une la reforma del Código Penal, que considera delito contra la seguridad del tráfico el duplicar la velocidad en una vía. Es decir, si un conductor circulara a más de 140 kilómetros por hora, la Policía Municipal tendría que abrirle diligencias por este delito y remitir todas las actuaciones al juez de guardia. Éste podrá ordenar su detención y la apertura de un juicio rápido, con penas hasta de cárcel y largas retiradas del carné de conducir (hasta un año).

"Tenemos el mismo problema que con los positivos de alcoholemia. Ha entrado en vigor la nueva normativa y no han previsto buenas instalaciones para llevar a los detenidos. Como un día tengamos mucho trabajo, no habrá espacio suficiente para ellos", explican fuentes policiales.

Un problema añadido para los conductores es que en el interior de la M-30 no funcionan los dispositivos de localización GPS. En el resto de vías, son frecuentes los programas incorporados a estas máquinas que avisan con suficiente antelación al automovilista de la presencia de radares. Pero la M-30 subterránea es una importante excepción. Como los túneles impiden que la señal procedente de los satélites llegue a los aparatos GPS, es materialmente imposible que suene una alerta de que el vehículo puede ser multado si va muy deprisa.

Las denuncias alcanzan en su tramo máximo hasta los 450 euros y la retirada de seis puntos del carné. En caso de que pague dentro del periodo voluntario, hay una bonificación del 30% de la cuantía global.

El grupo municipal socialista ha criticado la colocación de estos radares. Según el concejal Óscar Iglesias, la instalación de estos aparatos no se corresponde con zonas donde previsiblemente sea peligroso correr.

El Ayuntamiento, en su opinión, ha buscado sitios donde se puede alcanzar más velocidad, como rectas o tramos con curvas muy ligeras.

"Estos radares tienen un claro afán recaudatorio. Si realmente quisieran que la gente redujera la velocidad, los habrían puesto en sitios en los que hay a 50 kilómetros por hora, como son los enlaces o las conexiones. Desde luego, no han sido instalados en lugares peligrosos", comenta el edil socialista.

Iglesias recuerda que en 2003 el Ayuntamiento de Madrid presupuestó cobrar 22,8 millones en concepto de denuncias de tráfico. Las cuentas previstas para el año próximo elevan esta cuantía hasta los 176 millones de euros. Esto supone que en cinco años se ha multiplicado por ocho. "Eso indica que el Partido Popular, con el alcalde a la cabeza, quiere que los madrileños paguen la M-30 a través de las multas", critica el edil del PSOE.

Iglesias apuesta por campañas de concienciación y de explicación al ciudadano para evitar que su bolsillo quede dañado.

Un vistazo a los lugares donde están colocados los radares (véase gráfico adjunto) parece dar la razón al concejal socialista. Un caso destacado es la bajada de la avenida de Portugal, donde mantener los 70 kilómetros por hora supone ir con el motor revolucionado en tercera marcha o tirar de freno cada dos por tres. Los cinemómetros en este caso están justo a mitad de la cuesta, cuando el vehículo ya ha cogido velocidad y eso que el tramo descubierto previo al túnel en la autovía de Extremadura (A-5), por los barrios de Aluche, Campamento y Batán, también tienen un límite de velocidad de 70 kilómetros por hora.

Otro caso flagrante es el enlace de la zona sur con el eje de O'Donnell. Los radares están en medio de una enorme curva de amplio radio, que se caracteriza también por una ligera subida. Es fácil que el velocímetro se mantenga por debajo de los 70 kilómetros por hora, salvo que el conductor vaya muy pendiente del salpicadero.

Fuentes del Ayuntamiento de Madrid explicaron que aún no está fijada la fecha en la que entrarán en funcionamiento los radares. Eso sí, advirtieron que los paneles informativos de la M-30 alertaran a los conductores de que la velocidad está controlada por los cinemómetros.

Estos nuevos 16 aparatos medidores se unirán a los que ya existen en tres pórticos: en el paseo del Marqués de Monistrol, cerca del puente de los Franceses, en los carriles centrales de la M-30 cerca del eje de O'Donnell y en la entrada desde la autovía de Burgos (A-1). El séptimo radar que existe ahora está en la subida de la avenida de la Ilustración desde la zona sur. De este modo, habrá en la M-30, 23 ojos para cazar a los infractores.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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