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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pasión y olfato

La ciudad española que cuenta con más lectores por hectárea de Agatha Christie y Simenon, de Patricia Highsmith y Donna Leon, de Henning Mankell y Andrea Camilleri bien se lo merecía: ser la capital peninsular de la novela negra. Y lo ha conseguido gracias al esfuerzo y espíritu aventurero de una pareja que decidió tener una librería donde sólo hubiese novelas de policías y ladrones, de asesinos y detectives.

La llamaron Negra y Criminal para que todo quedara claro desde el primer momento. Cuando entras en el exiguo local del número 5 de la calle de la Sal, en la Barceloneta, tienes la sensación de no estar en un comercio, sino en la biblioteca privada de una familia extrañamente perversa, que lleva años acumulando toda clase de libros que hablan de gente malvada y de víctimas inocentes, de hombres corruptos y de seres que se dejan corromper.

Muchos de los aficionados barceloneses al género se dan cita allí los sábados por la mañana, para hablar de su pasión y saborear unos mejillones cortesía de los anfitriones, Montse (gran cocinera) y Paco, almas del invento y expertos en calor humano y personajes inhumanos. Allí viajan aficionados al género procedentes de toda España que, además de comprar en la web (www.negraycriminal.com), se acercan a ese pequeño paraíso que es la librería mejor surtida del país entero en su especialidad. Charlan un rato con los propietarios, les piden que les ayuden a conseguir tal edición de un Hadley Chase que editaron en Séptimo Círculo los más míticos editores de novela de intriga en lengua española, Borges y Bioy Casares, o la última novedad de Andreu Martín, o el flamante Premio RBA, esa Novela de barrio de Francisco González Ledesma.

Los anaqueles de la librería no muestran el orden histérico propio de una gran superficie, sino el desorden de lo vivo. En las desvencijadas estanterías los libros se amontonan de dos en fondo y los lomos verticales se entrecruzan con otros horizontales, como si alguien consultara a menudo esos volúmenes. Suena música por unos altavoces invisibles, y esa música le recuerda vagamente al visitante cierta escena tenebrosa de un clásico del cine negro, tal vez el momento en que la mano asesina se eleva en el aire blandiendo la hoja de un cuchillo de cocina o el instante en el que, en la oscuridad de un parking, centellea un reflejo en el cañón de una moderna Mágnum o una vieja Astra que alguien está a punto de disparar.

A primeros de mes cumplió su quinto aniversario la librería. Paco Camarasa y su esposa decidieron que en lugar de retirarse les valía la pena dedicarse en cuerpo y alma a su afición de toda la vida, la novela negra. Llevaban años dedicados al libro, pero cierto día se lo montaron allí, de libreros. Con una combinación de desparpajo suicida y chulería romántica, ellos mismos cuentan en su newsletter de cumpleaños que montaron su tienda sin plan de negocio ni nada parecido. Contaban con su pasión y su olfato, con su conocimiento del género, su seguridad de que había aficionados a la novela negra en todas partes, pero sobre todo en Barcelona.

Y se instalaron no en la zona más comercial de la ciudad, sino en la más asequible. Allí reciben, podría decirse. Los sábados por la mañana, con el aperitivo tan propio del barrio, y las tardes de entre semana, con una ración de cordialidad infalible. Luego, cuando llega febrero, Montse y Paco ponen en marcha la BCNegra, que se ha erigido como rival amistosa de la semana que Paco Ignacio Taibo II (cuyas novelas de Belascoarán se encuentran enseguida en la librería de la Barceloneta, naturalmente) organiza desde hace años en Asturias.

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