Rusia suma y sigue
El gigante energético triplica el ritmo de crecimiento de la Unión Europea
Rusia atraviesa uno de los momentos de mayor prosperidad económica de su historia. Con un crecimiento que ha superado el 7% de manera consecutiva desde el año 1999, el país ha triplicado el alza del producto interior bruto (PIB) de la Unión Europea y ha duplicado el incremento del PIB de Estados Unidos durante este periodo. Las previsiones de los observadores más optimistas indican que de mantenerse este nivel de crecimiento, en 2020 Rusia podría ser una de las cinco economías más importantes del mundo.
El secreto del éxito ruso se basa principalmente en la ordenada gestión de sus ingresos derivados del petróleo. Rusia es actualmente el primer exportador mundial del gas natural y el segundo de crudo y ha aprovechado mejor que nadie los precios históricos del petróleo, que se han elevado un 155% en los últimos cuatro años.
Rusia, en el periodo 1999-2007, ha triplicado el incremento del PIB registrado en la UE y ha duplicado el de Estados Unidos
El secreto del éxito se basa principalmente en la ordenada gestión de sus cuantiosos ingresos derivados del petróleo
Fuera de la OPEP
La gran ventaja de Rusia es que no es un país integrado en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), lo que le permite realizar una comercialización de hidrocarburos que no está ligada a los designios de la organización de países petroleros.
Esta bonanza y el mayor ingreso de divisas al país han generado una fiebre constructora, una ola de consumo privado y la llegada de importantes inversiones extranjeras. Sobre estos pilares se ha construido una economía que este año crecerá al 7,6% después de sucesivas correcciones al alza, pero donde la inflación rebasa la tasa del 11%. Una economía en la que el Gobierno pregona el libre mercado, pero en la que indirecta o directamente controla la gran mayoría de las empresas productivas.
Los analistas sostienen que el gran pilar ruso es también su principal debilidad. Los expertos señalan que el precio del petróleo no se mantendrá eternamente en los actuales niveles y que una caída en su cotización podría afectar a la economía rusa.
Rusia no ha realizado las suficientes inversiones para explorar nuevos yacimientos de hidrocarburos y sus reformas estructurales se han paralizado a partir del segundo mandato de Putin.
Las excesivas intervenciones estatales provocan, a juicio de los detractores de Vladímir Putin, un caldo de cultivo para que aumente la corrupción administrativa, se debiten los derechos de propiedad y, por tanto, se resienta el crecimiento económico.
Las disputas del Ejecutivo de Putin con las autoridades de algunos de los países europeos tampoco ayudan a la llegada a estos lares de la inversión extranjera, cuya tasa de crecimiento está, sin embargo, en torno al 20% anual. Las empresas rusas, ricas en dólares, tampoco tienen las mejores condiciones para salir al exterior.
Paralelamente, un reciente informe de Standard & Poor's (S&P) señala que hay motivos para subir calificación soberana de Rusia. No obstante, la clasificadora dice que se siguen manteniendo los problemas en las instituciones políticas, la elevada presión fiscal, el alto grado de dependencia de la economía rusa con respecto a los precios de hidrocarburos y la escasa competitividad de sectores no primarios.
La creciente deuda externa del sector financiero que ya representa una quinta parte del volumen total de sus obligaciones es otra de las actuales complicaciones.
El otro gran problema son los precios. El propio Ministerio de Economía ha alertado de la preocupante espiral de la inflación, lo cual obliga al Gobierno a reforzar las medidas para garantizar la estabilidad macroeconómica. Las autoridades rusas han indicado que en breve plazo el Ejecutivo analizará un proyecto que prevé un sistema integral de medidas para frenar la embestida de los precios. La prioridad del Gobierno ruso es reducir la inflación al 5-6%. Actualmente, está en el 11%.
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