"Quiero pensar que el ciclismo va a mejorar"
La noche que le dijeron que ganaría el Tour, Alberto Contador (Pinto, Madrid, 1982) se sintió triste. Sintió pena por el ciclismo. "¿Tan bajo hemos caído?", se preguntó. Al líder del momento, al danés Rasmussen, su equipo lo acababa de retirar después de saber que había mentido sobre su paradero los días anteriores a la carrera. Cuatro días después, en París, Contador ya se sintió legítimo vencedor, el quinto español que lo conseguía tras Bahamontes, Ocaña, Delgado e Indurain. Y tan peculiar es el mundo del ciclismo que Contador no fue el único español que en 2007 engrosó el palmarés de la grande boucle. Tres meses después lo haría Óscar Pereiro, también por descalificación por dopaje del ganador de 2006, Floyd Landis.
"No gané como si me lo hubieran regalado. He dado espectáculo en todas las etapas, no fue para nada casualidad"
Pregunta. En 2008 parte como favorito. Supongo que se sentiría más cómodo yendo de tapado, como el año pasado.
Respuesta. No, no tanto. En cierto modo, la responsabilidad me gusta, me hace tener una motivación extra para prepararme mejor para el mes de julio.
P. Pero a la gente le suele dar miedo la responsabilidad, suele huir de ella.
R. El ciclismo es tan importante física como psicológicamente. Hay veces, incluso, en las que lo psicológico es más importante que lo físico. Si uno no confía en sí mismo, es imposible que consiga los objetivos. Y el mío es intentar revalidar el título. Es difícil, pero si no me lo planteo, nunca lo conseguiré.
P. ¿Es éste un sentimiento sincero o palabras lanzadas para autoconvencerse de que puede?
R. Soy bastante fuerte de cabeza por naturaleza y también tengo mucha confianza en mí.
P. ¿Y la duda? Ganó porque echaron a Rasmussen. ¿Cómo vive esa situación?
R. En el Tour siempre se pone en duda al vencedor. Pero, yo, ni mucho menos dudo. El año pasado, independientemente de unas cosas y otras, cada vez que arrancaban, nadie me regaló nada. Hombre, con Rasmussen fuera pasé a ser el primero, pero este año estoy igual de capacitado, incluso más, con más madurez, con un equipo en torno a mí, con mayor confianza, con mayor experiencia. Puedo mejorar mi nivel con respecto al año pasado. Muchos aficionados, es verdad, pueden pensar más en las dudas, pero yo voy a intentar trabajar más aún para ganar de nuevo.
P. Han pasado varios meses desde el Tour. ¿Cómo ve ahora todo lo que vivió, la expulsión de Rasmussen?
R. Es algo extraño por los momentos tan locos que vive el ciclismo, pero en el Tour es lo que hay. Pueden pasar tantas cosas en 21 días, que lo único que importa es que el último día, en los Campos Elíseos seas el primero.
P. Con todo lo que llueve, ¿cómo puede un ciclista concentrarse en el espacio puramente deportivo de su oficio? ¿Cómo mantiene la ilusión en este ambiente?
R. Porque es lo que me gusta, con lo que disfruto. Es verdad que a veces chocamos con injusticias, vemos que la gente que debería trabajar por el deporte lo perjudica, pero hay que tratar de dar la menor importancia posible a todo lo negativo y centrarse en lo positivo. De todo lo negativo siempre se puede sacar algo positivo, aunque, claro, sería mejor que no hubiera tantos conflictos entre federaciones, organizadores, equipos... Espero que, pese a los intereses enfrentados, esto se estabilice poco a poco, y que 2008 marque un antes y un después.
P. Sus compañeros veteranos son bastante más pesimistas.
R. Yo me niego a verlo así, pero no por ceguera. Es imposible que el ciclismo desaparezca. Sólo basta con ver una etapa de montaña del Tour..., lo que mueve. En un Bernabéu o en un Camp Nou se puede contar la gente que va, pero en un Alpe d'Huez es incuantificable.
P. ¿Habría preferido ser la estrella hace 10 años, cuando al campeón se le admiraba y se le aplaudía por la calle?
R. Yo tampoco quiero que me aplaudan cuando voy por la calle. Ya me siento bastante arropado por la gente y estoy bastante contento con mi situación. A mí no me gusta ser superestrella, a mí me gusta ser relativamente discreto y seguir la misma vida que llevo.
P. ¿Pero no le parece injusto tener que convivir con la sombra que acompaña ahora a todos los campeones ciclistas?
R. Siempre es injusto cuando haces las cosas de una manera y dudan de cómo las haces, está claro. Pero no quiero plantearme cómo sería hace unos años; tengo que vivir lo que tengo que vivir y hacerlo de la mejor manera posible. Todo se me está encaminando muy bien, he podido conseguir mi sueño, que era ganar el Tour de Francia, y con 24 años... Hay gente que dice que es pronto, pero yo creo que, para ganar un Tour, nunca es pronto. Un Tour de Francia es entrar en la historia, y cuanto antes, mejor. Trato de convivir con ello. No creo que vaya a desaparecer el ciclismo y sí quiero pensar que va a mejorar.
P. ¿No le molesta, entonces, que se recuerden más las circunstancias negativas que rodearon su victoria y la de Pereiro?
R. A lo mejor eso es como lo ven algunos sólo, pero a mí me llega otra imagen. A mí la gente me viene superilusionada diciéndome que etapas como la de Peyresourde, que, mira, no gané, que gané la de Plateau de Beille, les habían hecho volver a coger la afición por el ciclismo. Y que etapas como la del Galibier les habían emocionado. La última semana estuvo tan emocionante, que la gente estuvo muy pendiente del Tour. Y el año que viene, la gente estará superexpectante antes del Tour por ver lo que voy a hacer. Este año fue más imprevisto y la gente se enganchó la última semana, pero éste se engancharán desde el primer día. Y en España, la popularidad de un deporte depende de los campeones. Si yo consigo enganchar el título, el ciclismo daría un cambio tremendo en España.
P. Su vida cambió una noche en un hotel de Pau cuando le dijeron que Rasmussen no iba a salir y que usted seguramente ganaría el Tour. ¿Cómo asumió la noticia? ¿Con miedo?
R. Con tristeza, con tristeza. Yo había dado espectáculo en Tignes tras mi pinchazo; en el Galibier, donde ataqué; me defendí en la contrarreloj; gané en Plateau de Beille; en el Peyresourde fue un espectáculo, y lo intenté sin poder en el Aubisque, iba segundo, maillot blanco... Estaba, mejor, imposible. Y cuando me vino Johan [Bruyneel, su director] por la noche y me dijo que iba a ser maillot amarillo..., me quedé hecho polvo. Estaba con mi compañero Benjamín [Noval], que intentó animarme. Y yo, que no, que esto no puede ser, que el ciclismo va cada vez a peor. Y al día siguiente, en el podio, tuve una sensación superextraña. No me puse el maillot amarillo como me habría gustado. Me hubiera gustado cogerlo en el Aubisque, pero, bueno, esa noche hablé con el equipo, con mi gente, y me dijeron claramente que lo que tenía que hacer era defenderlo, que para pasar a primero tenía que ir segundo, que todo lo que has trabajado, y lo que ha trabajado la gente para ti... Y ya decidí que tenía que defenderlo y puse toda mi fe en la contrarreloj para mantenerlo. Y al final ya no sentí más miedo. Sí que es verdad que esa noche, con la tristeza que tenía, le decía a Benjamín: "Mira, no sé si dentro de un mes o dos meses sentiré que he ganado el Tour, pero en este momento...". Y él me cortó: "Anda, macho, duérmete ya". Así que había algo...
P. ¿Y cuándo se sintió plenamente ganador del Tour?
R. Ya en París. El Tour hay que terminarlo. Y yo lo terminé. Evalué todo. Tampoco gané como si me lo hubieran regalado. He luchado y dado espectáculo en todas las etapas y no fue para nada casualidad. No creo que nadie que lo haya visto pueda pensar eso. Me considero un legítimo vencedor del Tour, con ganas de que llegue el próximo para intentar revalidar la victoria.
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