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Reportaje:A ocho meses de Pekín 2008

Primero un grito, luego el codazo

Cacho es la excepción: sólo el 36% de finalistas españoles logra medalla

Carlos Arribas

"Cuéntanos, Fermín, cuéntanos".

Arturo Casado y Fran España, dos veinteañeros curiosos y ávidos, acosan al crack soriano. Están en Erfurt, ciudad de la antigua Alemania del Este que acoge el campeonato de Europa sub 23 de atletismo. Año 2005. Fermín Cacho es el jefe de equipo español; Casado y España participan en la prueba de 1.500 metros.

"Os cuento, os cuento", les dice el campeón olímpico de Barcelona. "Correr bien un 1.500 es facilísimo. Te clavas en la calle 1, bien protegido, y en la última vuelta remontas... Siempre que cubras el último 400 en 59s".

"Pero si vas como dices, te encierran y no puedes salir", alucinan los dos chavales. "Qué va, qué va", responde Cacho. "Está tirado. Mirad lo que hice en la final de Barcelona. Iba Chesire, de Kenia, delante, y en la contrarecta yo cambié, y si os fijáis en las imágenes, él se abre a la calle 2 y me abre paso. ¿Que cómo lo hice? Pues primero, cuando iba detrás, le di un buen grito, y él instintivamente, dio un saltito para fuera, asustado. Después, me acerqué por detrás y moví la mano derecha como si metiera sexta y le fui tocando abajo. Y cuando ya estuve a su altura, con el codo abierto le iba molestando, toquecitos en el hígado. En la curva tenía terreno libre".

Los modelos 'ganadores' son Italia, Serbia, EE UU y sobre todo Argentina
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Proyección de oro

Desde aquel día de 1992 en que Cacho ganó el oro en Barcelona, el soriano se ha convertido en el paradigma del deportista ganador, del que sale a la pista dispuesto a lo que haga falta para ganar, un ejemplar en vías de extinción en el deporte español.

Es una de las grandes preocupaciones del Consejo Superior de Deportes. Analizando los resultados de los últimos Juegos, los técnicos han observado que el porcentaje de medallas convertidas por los finalistas españoles es muy inferior a la de muchos países. En Sidney 2000 (11 medallas, 44 finalistas) fue de sólo el 25% y en Atenas 2004 (19 y 52) del 36,5%. Datos que son síntoma de un problema: todo lo que esté por debajo del 40% es preocupante, según los expertos, que citan como ejemplos contrarios, de equipos agresivos y muy competitivos a Italia, Serbia, Estados Unidos y, especialmente, Argentina. O la España de Atlanta 96, que convirtió el 47% de sus posibilidades de medalla. Allí, en EE UU, Cacho fue plata en los 1.500. Barcelona 92, con un 53,6%, no vale como modelo: no siempre se compite en casa ni se genera una dinámica de éxito similar, sustentada en un increíble entusiasmo popular.

"Al deportista español le falta autoestima", explica Julieta Paris, psicóloga de la federación de atletismo. "Llega a una final y se cree que ése no es su territorio, no se siente no ya mejor, sino siquiera igual, a sus rivales".

Para Marta Domínguez, que, inspirada por Cacho, decidió que ella también podría ser campeona olímpica, el problema es de miedo, de responsabilidad, de temor. Sin embargo, ella, como Cacho, es una competidora feroz.

Quizás el ejemplo del maestro Cacho a sus alumnos del 1.500 no sea ni extensible ni la solución para todos, pero al día siguiente de la charla, Arturo Casado se proclamó campeón de Europa sub 23, y Fran España se colgó el bronce.

Cacho, en el momento de proclamarse campeón olímpico en Barcelona 92.
Cacho, en el momento de proclamarse campeón olímpico en Barcelona 92.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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