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Reportaje:LOS HOMBRES CLAVE DEL BARCELONA | 17ª jornada de Liga

Iniesta, contra todos

Robert Álvarez

El Barcelona acabó echando de menos a Messi y maldiciendo el mal momento en que el clásico pilló a Ronaldinho, Deco y Henry, que ni siquiera jugó. El equipo de Frank Rijkaard llevaba 34 partidos de Liga sin conocer la derrota en su feudo y 51 marcando, al menos, un gol. La última vez que se quedó a cero fue en marzo de 2005 ante el Espanyol.

- Eto'o. Acusó el lastre y la incomodidad de tener pegado como una lapa a Pepe. Además, Cannavaro ayudó a su compañero en las coberturas. Gozó de dos buenas ocasiones pero sus disparos, no podía ser de otra forma, rebotaron en el central portugués.

- Puyol. Persiguió a Robinho por todo el campo. Le costó neutralizar al chinche brasileño y en el empeño vio una tarjeta amarilla. En contrapartida, su brega le valió para prodigarse en varias acciones defensivas, especialmente en un centro envenenado de Van Nistelrooy nada más dar inicio el segundo periodo.

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- Víctor Valdés. Estuvo bien de manos y nada pudo hacer en el gol de Baptista, pero su falta de autoridad en las salidas por alto provocó un ataque de nervios cada vez que Sneijder lanzaba una falta desde la medular.

- Iniesta. Pícaro y desequilibrante. Heinze le cerró el camino por la banda derecha, a la que se vio confinado con la entrada de Ronaldinho en el once inicial. Se buscó la vida por otras zonas y de su clase e inspiración vivió el Barça. Habilitó a Eto'o, casi forzó un penalti a Casillas, produjo buena parte de las ocasiones de su equipo y puso a prueba a Casillas. Una jugada resumió el mal cariz del trajín azulgrana. Recibió en la punta izquierda, caracoleó, no encontró a nadie para combinar, ni por delante ni por detrás, y entonces debió darse cuenta de lo que sucedía: por momentos, estaba jugando él solito contra todo el Madrid. Con la entrada de Giovani, retrasó su posición. Incansable, siguió siendo uno de los pocos que creó problemas al bloque defensivo madridista, empezando por Diarra.

- Ronaldinho. Tras una semana en el centro del huracán, volvió a la alineación titular. O ahora, o nunca, entendió Rijkaard. El brasileño, a años luz del que fue, no estuvo a la altura. Las carencias físicas amputan su fantástica capacidad para desequilibrar un partido. Pocas veces desbordó a Sergio Ramos, y no estuvo en la onda que requería el partido. Buscó con insistencia faltas absurdas en una muestra de su impotencia y falta de confianza en sus propias posibilidades.

- Los jóvenes. Giovani y Bojan reactivaron al Barça en los pocos minutos que les concedió Rijkaard. Suyos fueron los mejores remates. Dejaron al descubierto la defectuosa confección del once azulgrana.

Iniesta, exasperado
Iniesta, exasperadoAP

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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