Sarkozy entre sotanas
Nicolas Sarkozy es canónigo de honor de la basílica de San Juan de Letrán, en Roma. Como el general De Gaulle o los presidentes Giscard d'Estaing y Chirac. O como el rey Enrique IV, que inauguró la tradición. Pero de otra manera. De entrada, porque ha renunciado al privilegio de entrar a caballo en el recinto religioso, con las ray-ban puestas. Luego, porque es un presidente divorciado -dos veces- y, sobre todo, porque él ni besa el anillo papal ni hace genuflexiones ante Benedicto XVI. Es más, a las ediciones originales de dos libros de Georges Bernanos -un autor católico que no figura precisamente entre sus novelistas de cabecera- añadió otro regalo: su libro sobre las relaciones entre Iglesia y Estado. Para que el Papa sepa lo que él piensa.
La verdad es que Sarkozy innova en la materia. Ante una asistencia mayoritariamente ensotanada expuso su concepción del Estado laico, una concepción que exige "asumir las raíces cristianas de Francia, valorarlas incluso", puesto que "impregnan profundamente nuestra manera de vivir y pensar".
Sarkozy se dice cristiano pero recibió a Tom Cruise en su ministerio y, a continuación, la llamada Iglesia de la Cienciología dejó de ser perseguida como secta. En San Juan de Letrán se vanaglorió de haber impulsado la creación del Consejo del Culto Musulmán en Francia, organismo paralizado por las querellas internas y entre los distintos países que financian mezquitas en Francia... Sarkozy comparó política y sacerdocio. Para él "no se es sacerdote a medias como no se es presidente a medias". Donde dice "sacerdote", debiera decir "Papa". Porque para el político francés, "la vocación" se realiza a medias cuando no se triunfa, no se gana, no se está en la cúspide.
La revista Esprit -fundada por personalidades cristianas- se preguntaba este noviembre ¿Qué es el sarkozysmo? Y respondía que, entre otras cosas, es "una puesta en escena del éxito". Constante. Televisiva. Sin pausas. Y su concepción del éxito es una sucesión de "15 minutos de fama". Con enfermeras búlgaras o ferroviarios huelguistas. Con sotana o con Carla Bruni.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.