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Reportaje:

El arte está en el sonido

La escocesa Susan Philipsz presenta en el CGAC su obra acústica

Si un día de estos se deciden a visitar el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) de Santiago y se encuentran con sus salas vacías no crean que el arte también descansa en las fiestas navideñas y que no hay ninguna exposición abierta. Si se aguza el oído se empiezan a escuchar algunos sonidos ya en el vestíbulo del centro que poco a poco nos van transportando al peculiar universo de sensaciones acústicas que construye la artista escocesa Susan Philipsz, uno de los nombres que comienzan a sonar con fuerza en el heterogéneo panorama del arte contemporáneo internacional.

Siete instalaciones sonoras forman la exposición inaugurada ayer en la planta baja del CGAC que, por primera vez en sus 15 años de historia, acoge una muestra con el sonido como único protagonista. Algunas de las piezas reproducen la voz de la artista entonando canciones con un tono de tristeza que pretende estimular al oyente para que asocie esos sonidos con sus propias experiencias y los espacios en los que viven. Las referencias musicales de Philipsz van desde los Beatles a Radiohead, pero siempre se interesa por canciones que tengan un fuerte componente evocador. "La memoria, la pérdida y la ausencia son los temas de los que hablo en mis obras", indicó ayer la artista.

"La memoria, la pérdida y la ausencia son los temas de mis obras"
"La exposición puede entenderse como un extraño cuento de Navidad"

El comisario de la exposición, Manuel Segade, explicó que las piezas sonoras de Philipsz tienen un evidente componente escultórico, ya que los sonidos que emiten los altavoces permiten a cada persona que entra en la sala tomar conciencia de su propia posición en el espacio. "La exposición puede entenderse como un extraño cuento de Navidad que nos habla de la memoria y de las experiencias pérdidas", añadió Segade.

Los visitantes habituales del CGAC encontrarán alterada la estructura del centro diseñado por Siza, ya que se han instalado paneles para albergar cada una de las instalaciones en solitario. Aún así es inevitable que se produzcan cruces de sonido entre unas piezas y otras que contribuyen a crear nuevas sensaciones a través de los oídos de cada uno de los oyentes. Una de las piezas, Desde el comienzo, se escucha en un espacio a oscuras y que invita a sentarse sobre unos cojines para empaparse de la atmósfera de ensoñación que producen las drogas, a la que remite las canciones que interpreta la artista.

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Las referencias musicales y cinematográficas están muy presentes en el trabajo de Philipsz, que se inspiró en el libro Dublineses, de James Joyce, y en la película de John Huston basada en este mismo libro para realizar la pieza The Dead, formada por una pantalla en la que se proyecta una película en la que no se ha filmado nada, mientras que suena la voz de la artista intepretando una vieja canción irlandesa que ya aparecía en la película de Huston.

Otra de las piezas que forman la exposición se sitúa en la entrada del antiguo cementerio de San Domingos de Bonaval. Un conjunto de voces envuelven al visitante al entrar a este espacio, que sigue conservando un aire inquietante a pesar de que ahora alberga un parque y se adapta perfectamente a la temática de las obras de Philipsz. "El lugar me inspiró para tratar de recuperar un sonido espectral", indicó la artista, que tiene experiencia en la construcción de atmósferas sonoras al aire libre, como pudo verse el pasado verano con la instalación que presentó en la prestigiosa exposición internacional celebrada en la ciudad alemana de Münster, con la que alcanzó un gran éxito de público y crítica.

Aunque la propuesta de Susan Philipsz pueda parecer insólita, lo cierto es que los centros de arte contemporáneo cada vez dedican más espacio a las piezas sonoras. Hace un año el museo Marco de Vigo ya acogió una muestra bajo el sugerente nombre de La exposición invisible, que trazaba un itinerario cronológico sobre la presencia del sonido en el arte. Lo cierto es que el avance de la tecnología ya permite disfrutar en casa de una pieza sonora a través de Internet. Lo que será más difícil es reproducir los distintos escenarios sonoros que pueden construirse en un museo, un lugar que ya nunca más podra limitarse a ser un conjunto de paredes donde se cuelgan lienzos.

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