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Reportaje:

Un viaje en el Navibús

Una línea especial de autobús recorre en estas fechas las calles iluminadas

Autobuses rojos, altos y llenos de turistas recorren las calles de la ciudad cada día desde primera hora de la mañana hasta la noche. Tienen dos rutas: una por el Madrid histórico y otra por el moderno. El billete de un día, con posibilidad de subir y bajar cuando uno quiera, cuesta 15,30 euros. Cada pasajero obtiene unos auriculares rojos, por donde escucha la voz que le guía por la ciudad.

Pero las dos líneas de Madrid Visión (www.madridvision.es) tienen ahora un hermano pequeño, que nació el 6 de diciembre. Es azul y adornado de estrellas. Como corresponde a un bus de Navidad. Por un euro (y los niños menores de siete años gratis) lleva a los pasajeros por las calles y plazas más iluminadas del centro de la ciudad.

Para subir hay que esperar más o menos dos horas en la parada
Los padres quieren enseñar la ciudad, y los críos intentan tocar las bombillas

Este bus especial, promovido por el Ayuntamiento (www.munimadrid.es) y gestionado por Madrid Visión, sólo estará en servicio hasta Reyes y tampoco funcionará los días 24 y 31 de diciembre y 1 y 5 de enero. Los tiques se pueden adquirir en el propio autobús y también en el punto de información (calle de Felipe IV, entre el Museo del Prado y el Ritz). Su horario es de 18.00 a 22.00. Es por las luces. "El misterio es ver las calles iluminadas", asegura el subjefe de calle de la Empresa Municipal de Transportes (EMT).

En la información municipal se indica que la frecuencia de los 10 vehículos de esta línea navideña es de cinco a seis minutos. Sin embargo, en la parada unas 400 personas aguardan a que vengan los autobuses de Navidad. Para subir hay que esperar más o menos dos horas. "Ayer mis primos esperaron dos horas y media, pero dicen que valía la pena", se oye desde la larga cola. El autobús se llena pronto, sobre todo de madrileños, porque lo han oído en la radio o visto en la tele, según dice el subjefe de la EMT.

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El aire de invierno impide respirar. A pesar de ello, las 46 sillas de la planta de arriba están todas ocupadas. "Cierra la boca que mañana te quedas afónico", advierte una madre a sus hijos. Pero la alegría es tan grande que no pueden estar quietos ni un rato. Discuten con Rulo, el animador, que todo el tiempo hace bromas. La ruta tiene cuatro paradas.

En la glorieta de San Vicente baja sólo Rulo. Ninguno de la cola puede subir en el bus. Un nuevo animador toca el saxófono. Sólo los padres reconocen las melodías. "Es de un cuento de Disney", dice alguien. Los niños se animan cuando suena el famoso villancico Jingle bells. Aplauden al ritmo y la cantan muy alto. Las ramas de los árboles les despeinan.

"Mira lo bonito que es el Palacio Real", dice una voz adulta. Los padres aprovechan para enseñar a los pequeños lo más bonito de la ciudad. Sin embargo, los críos prefieren intentar tocar las bombillas que forman un cielo sobre las calles.

Con dificultad atravesamos la Puerta del Sol, entre gente que va despacito y come castañas asadas. El autobús se detiene y aparecen la bailarina y el soldadito de plomo. Ella vestida de blanco y él con el fusil cuentan su historia de amor. Cuando la terminan ya estamos en la plaza de Colón, final de trayecto. Allí no ha cambiado nada. Una larga cola de niños y sus padres esperan con paciencia a los buses de Navidad que les lleven por la ruta de las luces.

Pasajeros del servicio especial de Navidad contemplan el Palacio de Oriente.
Pasajeros del servicio especial de Navidad contemplan el Palacio de Oriente.CRISTÓBAL MANUEL
Viajeros en la planta de arriba del autobús, que siempre va llena pese al frío.
Viajeros en la planta de arriba del autobús, que siempre va llena pese al frío.C. MANUEL

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