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Amores para olvidar la política

Los líos privados de Sarkozy se hacen públicos cuando arrecian los conflictos

Nicolas Sarkozy lleva años deslumbrando a los especialistas en comunicación. Pocos políticos han sabido como él dictar la agenda de los medios de comunicación, desviar la mirada de las cámaras de las noticias incómodas. Entre 2002 y 2007, mientras Jacques Chirac era presidente y Sarkozy era ministro, el segundo apareció 10 veces más en los canales de televisión generalistas que el primero.

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Con Sarkozy la V República ha cambiado de siglo. Todos sus predecesores eran solemnes y aunque tanto a Valèry Giscard d'Estaing, a François Mitterrand o a Jacques Chirac les adjudican un número importante de conquistas femeninas, esas aventuras no interferían en la buena marcha del Estado. Eran asuntos privados aunque, como en el caso de Mitterrand, los fondos públicos intervinieran para garantizar confort y seguridad a la amada y a Mazarine, la hija extramatrimonial de Mitterrand.

Con Sarkozy la vida privada y la pública se entremezclan. En su momento, cuando el entonces ministro del Interior vivió una primera separación con su esposa Cécilia, a él le faltó tiempo para explicar, ante las cámaras de televisión, que "su familia, como tantas otras familias francesas, atraviesa un momento difícil". Nicolas Sarkozy ha dicho en repetidas ocasiones que su modelo de familia son los Kennedy. Él quiere ser John, traer la nueva frontera liberal a la Francia estatalista. Ese es, sobre el papel, el propósito. Cécilia era Jackie: moderna, elegante, bella y atractiva. Por fin la "primera dama" francesa se atrevía a llevar faldas ceñidas y a no avergonzarse de su pecho. Es verdad que Cécilia Sarkozy había sido modelo, como lo ha sido y lo sigue siendo ocasionalmente Carla Bruni, el nuevo amor del presidente.

Existe la sospecha de que rupturas y noviazgos sarkozyanos siguen un ritmo que no es estrictamente sentimental. La reconciliación entre Nico y Cécilia se produjo a tiempo como para no interferir en la campaña presidencial. Ella dejó entrever que no todo iba bien, pero sus ausencias fueron disculpadas y atribuidas a una voluntad "de no mezclar vida privada y vida pública". Pero la visita veraniega a los Bush desveló el secreto a voces: ella quería irse con su nuevo amor, un escritor instalado en Londres. La crisis de la pareja se hizo pública en plena huelga de transportes. Por un momento, un largo momento, la prensa dejó de "abrir" con los huelguistas y lo hizo con los problemas de la rota pareja presidencial.

Hasta el momento, Nicolas Sarkozy se ha mantenido siempre fiel a una estrategia de comunicación consistente en ser el protagonista y quien decide, dentro de lo que cabe, el tema. La oposición es inaudible y sus ministros han quedado relegados al rango de "colaboradores".

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Este verano Sarkozy pareció apuntarse un tanto diplomático con la liberación de las enfermeras búlgaras. Ahora, durante cinco días, París ha tenido que aguantar la visita del coronel Gaddafi y que discurseara sobre cómo los franceses debieran aplicar el respeto a los derechos humanos a los inmigrantes. La foto con Gaddafi mancha. Y el mejor quitamanchas parece ser Carla Bruni. La nueva novia del presidente, la cantante de voz de terciopelo ronco, ha aparecido en buen momento: para que olvidemos al incómodo coronel y, aún más, que las promesas sarkozystas de un alza del poder adquisitivo tardan en cumplirse. La flamante pareja ha aparecido en Eurodisney. Entre Mickey, Goofy y Pluto. Como en un cuento. ¿Un cuento de Navidad?

La cantante y ex modelo Carla Bruni, actual pareja de Sarkozy.
La cantante y ex modelo Carla Bruni, actual pareja de Sarkozy.AFP

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