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Reportaje:

Un gigante de acero con mando único

Arcelor Mittal extiende su producción a la par que aumenta su control de las materias primas

El apellido perdura y se transmite a los hijos. El nombre es siempre más efímero. La primera siderúrgica mundial se llama Arcelor y se apellida Mittal, como su primer accionista, con el 43,6% del capital y presidente del Consejo de Administración, Lakshmi Mittal. En junio del pasado año la europea Arcelor se rendía a la OPA de la firma angloindia. Se cerraron seis meses de dura pelea, de resistencia. La victoria de Lakshmi se vendió como una integración en igualdad en la que la dirección quedaba mayoritariamente en manos de la absorbida Arcelor. Un puro espejismo. Arcelor Mittal es el reflejo de su apellido, de su dueño. La transformación ha sido total, tanto en las aspiraciones de negocio como en las estructuras de poder y de gobierno corporativo.

La siderúrgica busca un modelo de integración total con el control de las materias primas, la producción y la distribución final

La construcción del imperio siderúrgico de la familia Mittal ha venido marcada por la ambición de un hombre que a mediados de los años setenta tomó las riendas de la expansión internacional de la empresa familiar (Ispat) y la convirtió en el gigante actual. La absorción de Arcelor fue sólo un paso más en su camino de "consolidación del sector". La estrategia de crecimiento sigue intacta y no hay semana que Arcelor Mittal no envíe una nota de prensa con una adquisición o un proyecto de inversión. La estrategia es comprar, pero sólo "donde hay oportunidad de negocio, especialmente en las economías emergentes", señala un alto directivo.

A Mittal le gusta decir que su negocio "no se limita a la fabricación de acero". Los primeros años del siglo ya marcaron un cambio en la tendencia en el sector con la vuelta de los aceristas a intentar controlar las materias primas, especialmente el hierro. La creación de Arcelor Mittal ha supuesto la consolidación de un modelo de empresa lo más integrado posible. Control de los minerales, de la producción de acero y de la distribución final. El pasado abril, Mittal anunció que su objetivo era llegar al 75% de autoabastecimiento en hierro (actualmente supera el 45%) y desde entonces los pasos dados en esa dirección han sido firmes. Ha firmado acuerdos con el Gobierno de Mozambique para explotar hierro y carbón. En Suráfrica se ha firmado un acuerdo para desarrollar un proyecto minero. Ambos ligados a inversiones en acerías. Por último, ha comprado un 12,6% de la estadounidense General Moly con el objetivo de que la empresa cubra el 26% de sus necesidades de molibdeno, material que mejora la resistencia del acero. Estas nuevas inversiones se suman a las de sus minas propias y las cautivas, aquellas en las que ha logrado contratos de explotación y suministro a largo plazo en exclusiva, como en Liberia y Camerún. En total, Arcelor Mittal cuenta con minas de hierro en Canadá, EE UU, Brasil, Argelia, Suráfrica, México, Bosnia, Ucrania y Kazajstán. En los cuatro últimos países hay planes de incrementar la capacidad de producción.

Apuesta energética

Hasta aquí todo estaba dentro de los planes hechos públicos por Lakshmi. La diferencia estriba en que ahora también apuesta por el autoabastecimiento energético si le puede dar estabilidad y seguridad a la producción. Arcelor Mittal es candidata a construir una central nuclear en Rumania junto a la empresa local Sociedad Nacional Nuclear Eléctrica. En este proyecto compite entre otras con la española Iberdrola y la alemana RWE. En esta política de autoabastecimiento energético se encuadra la autorización de la Comisión Europea a la compra de la empresa de generación y suministro de gas alemana Saar Ferngas.

El objetivo final es, sin duda, la globalización, estar en todos los mercados y en todos los continentes, ser el número uno total con una producción en 2012 de 131 millones de toneladas, frente a las 118 actuales, que son el triple de la producción del segundo productor mundial (Nippon Steel). Mittal estima que la demanda de acero mantendrá una tasa de crecimiento anual del sector de entre el 3% y el 5%.

La producción del gigante del acero sigue muy centrada en Europa, con un 52%, gracias a la absorción de Arcelor. Le siguen EE UU y Canadá con un 22%, Asia con un 10%, América Latina con un 9% y África con un 7%. El primer objetivo es China, y esta pasada semana en un comunicado conjunto con China Oriental Group anunció un acuerdo de accionistas que permitirá a Arcelor Mittal aumentar su participación hasta el 73,13% desde el 28% actual. Una de las claves del pacto es que Arcelor Mittal ayudará al grupo en los aprovisionamientos de carbón y hierro. La otra apuesta es la India, donde está prevista una inversión de 6.800 millones de euros en el Estado de Orissa, en minas y producción de acero. A estos planes hay que sumar nuevas inversiones en México, Argentina, Eslovenia, Reino Unido, Brasil o Nigeria en los últimos dos meses.

Lakshmi Mittal es el tercer hombre más rico del mundo, según la revista Forbes, y en la Europa continental hace dos años era casi un desconocido. Su reino era el mundo anglosajón. Arcelor Mittal tiene la sede en Luxemburgo, pero no es más que una cuestión formal. La empresa la controla desde Londres con el apoyo de su hijo y director financiero, Aditya Mittal.

Estar con Mittal requiere eficacia y lealtad al jefe. Dicen en la empresa que la primera la perdonan, pero que la segunda no. Muchos directivos han dejado la empresa desde que se acordara la fusión. Entre ellos, parte del consejo de dirección. Roland Junck aparecía en el momento de la fusión como el primer ejecutivo, mientras Mittal quedaba como presidente del consejo. El experimento duró poco. Junck se percató de que no contaba con ningún poder. Hoy está en su casa en Luxemburgo. De la vieja guardia de Arcelor resisten Michel Würth y el español Gonzalo Urquijo. Ni siquiera el consejero delegado para Europa de Mittal en el momento de la OPA, Roland Baan, se mantiene en la empresa.

Los Mittal acumulan el poder y las normas de gobierno corporativo sobreviven en el papel. El sueño de Guy Dollé, el último primer ejecutivo de Arcelor, de crear una sociedad europea con un alto grado de transparencia es parte de la historia.

El próximo alto cargo en desaparecer es el eterno superviviente, el ex presidente de Arcelor y actual chairman de la compañía, Joseph Kinsch, que dejará el cargo en la junta del 31 de mayo de 2008. Está por resolver si se amortiza el puesto, si hay sorpresas o Lakshmi lo acumula al de primer ejecutivo de la empresa.

La familia Mittal tiene todavía por delante cuatro años en los que su participación en el capital no puede superar el 45%. La empresa acaba de lanzar un plan de recompra de acciones de hasta 44 millones de euros. Las condiciones no se han determinado aún, pero nadie apuesta porque los Mittal se desprendan de parte de las suyas.

Un trabajador de la factoría que Arcelor Mittal Stell tiene en la localidad alemana de Eisenhüttemstadt.
Un trabajador de la factoría que Arcelor Mittal Stell tiene en la localidad alemana de Eisenhüttemstadt.AP

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