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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una pequeña película

Javier Ocaña

La capacidad para dejar boquiabierto al respetable que mira, escucha o lee. La capacidad para emocionar a través de la letra y del dibujo. Y, sobre todo, la capacidad para atrapar a través del espíritu, de un concepto editorial que parte de la base de la literatura, pero que, acompañada del diseño, de la fotografía y del cine, transporta al lector, al sujeto pasivo que agarra con manos firmes el voluminoso ejemplar de más de 500 páginas, hasta un territorio pocas veces explorado. Como un alquimista clásico, que utiliza la mística, la ciencia y la espiritualidad para acercarse a nuevos mundos, el estadounidense Brian Selznick parece algo más que escritor, algo más que un artista. La invención de Hugo Cabretcombina elementos de los álbumes ilustrados, de la novela gráfica y del cine. El resultado, brillante en la forma y hermoso en el fondo, es un original concepto de experiencia lectora.

La invención de Hugo Cabret

Texto e ilustraciones de Brian Selznick

Traducción de Xohana Bastida

Ediciones SM. Madrid, 2007

533 páginas. 20,50 euros

En principio destinado a chicos de entre 10 y 13 años, La invención de Hugo Cabret emocionará a cualquier adulto que se acerque a su mágica conjunción de referentes. Texto y dibujo nunca van unidos en un mismo vistazo. Sin embargo, no se entiende el uno sin el otro. Las ilustraciones, dibujadas a carboncillo, siempre van a doble página completa, pero no abundan sobre lo ya expuesto en el relato. Ofrecen nueva y saludable información. Incluso se juega con el diseño para que, en la última línea de las páginas impares de texto, se aborde algún enigma, lo que da pie a que el paso de la página y el encuentro con una nueva ilustración, que acabe por explicar lo anterior, se convierta en un constante juego de tensión, en un elemento de sorpresa. Puede haber seis páginas seguidas de texto (nunca más), pero también 45 de ilustraciones sin descanso para la lectura, como una pequeña película a base de inquietantes combinaciones de planos. Y, para culminar, fotogramas de ilustres películas de la Historia del Cine (El hombre mosca, de Harold Lloyd; Viaje a la luna, de George Mélies...), que mucho tienen que ver con el cuento abordado por Selznick.

La historia, ambientada en el París de 1931, cuenta las andanzas del Hugo Cabret del título, un chaval de 12 años, huérfano, relojero y ladrón, obsesionado por un autómata heredado de su padre. Un relato repleto de referencias cinematográficas que, como un viaje en el tiempo hasta los viejos nickelodeones, transportará al lector a un tiempo en el que el cine estaba cerca de las sesiones de magia de las barracas de feria. Por allí aparece, principalmente, George Mélies, pero también un tipo tuerto, como la luna de su película a causa del cohete, que quiere ser cameraman y tapa uno de sus ojos con un parche (como los famosos tuertos de Hollywood: Ford, Lang, Ray, Walsh y De Toth); una niña con el peinado de la actriz Louise Brooks; un París dormido como en la película de René Clair, de 1924; un autor escondido en su propio mundo (como Terrence Malick); un niño que se cuida solo (como los de A las nueve cada noche, de Jack Clayton). Referencias expuestas con sutileza y mezcladas con maestría por un autómata, por un mago llamado Brian Selznick.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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