_
_
_
_

El toro bravo, entre ecología y disfrute

Las 1.100 ganaderías españolas ocupan más de 500.000 hectáreas de dehesa

Antonio Lorca

El toro bravo es un defensor del medioambiente; un valor ecológico de primera magnitud, y un elemento fundamental para el mantenimiento y pervivencia de la dehesa, un ecosistema único y exclusivo de la Península Ibérica. Éste es el argumento fundamental de los expertos consultados por este periódico cuando se les pregunta por la relación entre el toro de lidia y su entorno natural. José Luis García-Palacio, ganadero y presidente de Asaja Huelva, llega a afirmar que "si desapareciera el toro, se perderían las más de 500.000 hectáreas de dehesa, por lo general las de mayor calidad, que ocupan las 1.100 ganaderías españolas".

"La mejor herramienta para conservar la dehesa es el ganado vacuno"
"El patrimonio genético del toro es de un valor incalculable"

La cabaña brava consta de 135.000 vacas en edad de reproducir -más de 35.000 en Andalucía- integradas en cuatro asociaciones ganaderas: la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL), que agrupa a las casi 300 ganaderías más prestigiosas, de las que 130 son andaluzas; la Asociación de Ganaderías de Lidia, que reúne a 420, de las que 88 residen en el sur, y el resto se las reparten la Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas y Ganaderos de Lidia Unidos. Entre todas ellas ocupan el 17% de los más de tres millones de hectáreas de dehesa que existen en el país.

Y lo más curioso es que esta "actividad empresarial" se realiza, por lo general, por afición y disfrute y no por un legítimo beneficio económico. Así lo afirma Pablo Campos, economista ambiental y profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, quien señala que "un propietario medio de dehesa que cría ganado de lidia tiende a perder dinero, pero ésa es la situación que está dispuesto a pagar por el autoconsumo de su renta ambiental". "Se costea su disfrute ambiental", añade, "e invierte en un lujo no para vivir, sino para gozar". Es lo único, en su opinión, que explica la continuidad de la dehesa, "porque su renta de capital es el disfrute de su propietario".

Lo que parece claro, en primer lugar, es que el toro cumple un papel relevante en su entorno medioambiental. Isabel Carpio, secretaria general de la UCTL, señala que "la ganadería brava hace un aprovechamiento racional de los recursos, mantiene el ecosistema, contribuye al equilibrio del medio en que vive y, sobre todo, protege la dehesa porque limita el acceso del animal más depredador que existe: el ser humano". El famoso ganadero Victorino Martín hijo asegura, por su parte, que "el toro es un gran defensor del medioambiente porque ha convertido la dehesa en un espacio casi virgen". Y Eduardo Martín Peñato, presidente de la Asociación de Ganaderías de Lidia, afirma que "las dehesas existen gracias a la rusticidad del ganado bravo -fácil adaptación, aprovechamiento de alimentos marginales y capacidad para sobrevivir con las mínimas condiciones ambiéntales-, lo que las mantiene limpias y permite la compañía de otros animales".El economista Pablo Campos sostiene que la cría del toro es muy favorable a la conservación del ecosistema de la dehesa, y, aunque asegura que no es aficionado, considera que debe prevalecer la fiesta de los toros para que no desaparezca el animal, lo que no se puede asegurar si su pervivencia dependiera en exclusiva del poder público.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Y José Luis García-Palacio, que lleva años estudiando las condiciones de la dehesa, concluye que "la mejor herramienta de conservación de la dehesa es el ganado vacuno, y, en especial, el bravo, porque es el que mejor aprovecha sus condiciones durante todo el año, y no el cerdo ibérico, como se pudiera pensar, que se limita a comer bellota durante los meses de la montanera". Insiste el ganadero en que los propietarios de ganado bravo aportan un bien a la sociedad "porque mantienen dehesas que son sumideros de CO2 y producen oxígeno, fijan la población de los medios rurales e invierten en un negocio de escasa rentabilidad porque el toro exige unas dehesas limpias; si las abandonamos, desaparecerán en 25 años".

La secretaria general de la UCTL añade que "la dehesa es el ecosistema por excelencia", y que su protección debe ir unida a la del toro bravo. De hecho, la dehesa como joya medioambiental es el lema de la Feria Mundial del Toro, que se celebrará en Sevilla el próximo año. Pero Isabel Carpio se lamenta de que el Ministerio de Medio Ambiente no haya captado este mensaje, "aunque, antes o después, deberá reconocer que el toro es una raza especial, un abanico de biodiversidad que ningún otro animal puede aportar, y que está estrechamente ligado al mantenimiento del medio ambiente". Victorino Martín apostilla que "el patrimonio genético del toro es de un valor incalculable, que, además, se ha mantenido a lo largo de los siglos porque es el único animal que se ha seleccionado en la búsqueda de un determinado comportamiento".

Por último, García-Palacio llama la atención sobre la situación de la dehesa, "la forma de explotación más inteligente que el ser humano ha desarrollado en la naturaleza", que ocupa una parte del cuadrante suroccidental de la península, desde Salamanca, Ciudad Real y Toledo hacia el sur de Andalucía y el Alentejo portugués. A su juicio, sufre, por un lado, un vacío legal, puesto que la aprobación de la Ley de la Dehesa de Andalucía ha sido aplazada hasta la próxima legislatura, y la desaparición progresiva, por otro, de encinas y alcornoques a causa de un hongo que pudre las raíces de estos árboles.

Para afrontar ambos problemas se ha creado el Foro Encinar, que preside él mismo, e integra a universidades, organizaciones empresariales, patronatos de turismo y ganaderos, hasta un total de 50 instituciones públicas y privadas de España y Portugal. "Si no cuidamos la dehesa", afirma, "no habrá cerdo ibérico dentro de 50 años, habrá que criar los toros en establos y el impacto ambiental, económico y social será brutal". "La dehesa", concluye, "es el pilar fundamental del sector primario, y está íntimamente unida a la agricultura, a la ganadería ovina, vacuna y porcina, y a productos turísticos y gastronómicos; al mismo tiempo, es una excelente reserva de vida silvestre, tanto de flora como de fauna, desde el jabalí, al lince ibérico, el buitre negro y el toro bravo. Merece la pena que la cuidemos...".

La finca Zahariche, en la localidad sevillana de Lora del Río, donde se crían los toros de la ganadería de Miura.
La finca Zahariche, en la localidad sevillana de Lora del Río, donde se crían los toros de la ganadería de Miura.GARCÍA CORDERO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_