A paso lento
Tenía previsto dedicar la columna de hoy a exponer las previsiones de crecimiento en 2008, pero permítanme que haga primero una breve mención a dos datos de suma importancia. El primero, el avance de la inflación, que volvió a aumentar más de lo previsto, situándose en el 4,1%, medio punto porcentual más que en octubre. Es cierto que también está aumentando en el resto de la zona del euro, por motivos similares (los alimentos y la energía), pero también es cierto que aquí aumenta más y que funcionan en mayor medida las cláusulas de salvaguarda, que si bien sirven para que los pensionistas y asalariados acogidos a ellas (los inframileuristas deben de quedarse fuera la mayoría) no pierdan poder adquisitivo, suponen un elemento diferencial de rigidez en la fijación de los salarios y otras rentas que nos hace perder competitividad. Llueve sobre mojado.
El PIB pasará de crecer en torno al 4% en la primera mitad de 2007 al 2,5% al final de 2008
La otra información importante fue la Central de Balances que elabora el Banco de España. De ella se deduce que el valor añadido generado por las empresas se está desacelerando notablemente a lo largo de este año, y con él el empleo, al tiempo que aumentan considerablemente los gastos financieros. Todo ello se traduce en una moderación del resultado ordinario neto. Las ratios de rentabilidad siguen siendo altas, pero marcan ya un punto de inflexión, que podría agudizarse el próximo año debido a que continuarán desacelerándose las ventas y aumentando los costes laborales (cláusulas de salvaguarda), los financieros y los de las materias primas y energía. Probablemente, la subida de la inflación cause más alarma entre la ciudadanía, pero esto es más preocupante, pues afecta al corazón mismo de la economía, que son las cuentas de resultados de las empresas.
Con estos antecedentes, y otros más importantes aún, como el desplome de la demanda de viviendas o los efectos de la crisis bancaria internacional sobre la accesibilidad y el precio del crédito, las previsiones para el próximo año son de moderación progresiva del crecimiento. Casi todos los factores que determinan la evolución de una economía a corto plazo apuntan a que el gasto de las familias en consumo e inversión en vivienda y el de las empresas en equipamiento continúen la tendencia de desaceleración que ya se observa en 2007. Únicamente la obra pública, que ahora está atravesando un bache tras las últimas elecciones autonómicas y municipales, podría recuperarse (gráfico central). La demanda interna en su conjunto empezó el año aportando 5,1 puntos porcentuales (pp) al crecimiento del PIB, bajó a 4,4 pp en el tercero y así continuará hasta una cifra del orden de 2,7 pp al final de 2008 (gráfico izquierdo). Algo podrá contrarrestar la demanda externa neta, pero poco. Así que el PIB pasará de crecer en torno al 4% en la primera mitad de 2007 al 2,5% al final de 2008, dando unas medias anuales del 3,8% para el año en curso y 2,8% para el próximo.
Teniendo en cuenta que el elemento central de la pérdida de dinamismo de la economía española será el ajuste del sector de la vivienda y que, debido al largo periodo de maduración de este gasto, sus efectos se dejarán sentir durante al menos tres años (gráfico derecho), todo hace pensar, por otro lado, que la moderación del crecimiento se prolongará hasta 2009. Sería bueno que los gobiernos y las empresas, en vez de tacharnos de agoreros a los analistas, fueran preparando políticas que nos ayudaran a superar cuanto antes este mal trago.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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