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Reportaje:diseño

Reinventando la rueda

Capós transparentes y tapicerías de pitón, en el Barcelona Tuning Show

Influencias orientales, texturas insólitas, nuevos materiales, tecnología avanzada... podríamos estar hablando de alta cocina, de la moda más sofisticada o de cualquier otra forma de expresión creativa, pero no ¿o quizá sí? Para mucha gente ya es obvio que el tuning (vehículos personalizados) no necesita ser escrito en la cursiva requerida a los neologismos. Pasado el sarampión mediático, olvidado el Neng de la pequeña pantalla y desterrada la Juani al limbo del DVD, el movimiento adquiere carta de naturaleza.

El sector del 'tuning' mueve en España unos 450 millones de euros anuales
Han surgido escuelas especializadas para formar a jóvenes mecánicos

En nuestra automovilizada sociedad los jóvenes encuentran una forma de manifestarse a través de uno de sus objetos fetiche. Quizá por esto pueda hablarse con toda propiedad de fusión de estilos para describir la tendencia imperante en el Barcelona Tuning Show 2007 (BTS) (www.bcntuningshow.com), que arrancó ayer en el recinto de Montjuïc.

El Ferran Adrià del tuning catalán se llama Ramon Castellà. Director de la revista Maxi Tuning, la biblia del sector, y preparador, reivindica una visión más respetuosa del fenómeno, haciendo énfasis en la parte creativa de su proceso de elaboración, que puede ofrecer resultados espectaculares: "El tuning va más allá del estereotipo que nos ofrece la televisión hoy en día. Detrás hay toda una industria y unos profesionales". Incluso, han surgido escuelas especializadas en tuning para formar a jóvenes mecánicos en la preparación de este tipo de vehículos.

Se estima que este sector mueve en España unos 450 millones de euros anuales y dan trabajo de forma directa a unas 8.000 personas. El número de vehículos personalizados ronda los 200.000, si se contabilizan los que han cambiado algún otro elemento además de las llantas. De cada cien coches españoles, uno ha sido tuneado. La edad media de los tuners está entre los 18 y los 30 años; es gente con capacidad adquisitiva media que dedica el 70% de sus ingresos a esta afición, pues suele vivir aún con sus padres.

La trascendencia del asunto es tal que los propios fabricantes han empezado a ofrecer acabados y elementos de estilo tuning -llantas especiales, potentes equipos de música, etcétera- como opción en sus modelos de serie. Las tendencias estílisticas son diversas: racing, custom, japo, alemán, español, barroco, low rider, rat, DUB, VIP... aunque la punta de lanza sigue estando en los street rod americanos. No en vano en EE UU llevan más de medio siglo personalizando vehículos. Lo singular del coche tuneado es que no hay uno igual a otro. Puede ser un Ibiza con frontal que imita al Audi S3 o un León cuya parrilla y faldón delantero evoca al Porsche Cayenne. A veces cuesta identificar cuál es el modelo base que late bajo el maquillaje de la fibra. El maletero pierde su función y pasa a alojar woofers, subwoofers y etapas de potencias de colosales dimensiones. Y más cosas aparentemente inconcebibles: capós transparentes, palancas de cambio en forma de revolver, tapicerías en piel de pitón, esquemas de pintura que exceden la psicodelia, incluyendo trompe-l'oeils e inserciones nacaradas... Si Tintoretto hubiera nacido a finales del siglo XX sus lienzos serían las carrocerías de coches en proceso de tuneado.

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