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Columna
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Tánger 2012

Hoy se decide en el Buró Internacional de Exposiciones de París la ciudad que albergará la exposición internacional de 2012. Concurren tres candidaturas: Tánger, Yeosu (Corea) y Wroclaw (Polonia). Aunque el resultado es incierto esperemos que los buenos oficios de la diplomacia española y francesa ayuden a la causa de la ciudad marroquí. A 14 kilómetros de las costas españolas el futuro de Tánger concierne de manera directa a España, a Andalucía, a Cádiz y al Campo de Gibraltar. Todos estamos afectados por el destino de esta cosmopolita y antaño internacional ciudad del Estrecho, una de las fundaciones mitológicas de Hércules, como Cádiz, que también en el 2012 se apresta a organizar el Bicentenario de la primera Constitución española. Que las dos ciudades de Hércules puedan coincidir en el mismo año con acontecimientos de especial relevancia puede devenir en una estrecha colaboración entre ambas para beneficiarse del impacto de cada una. Los seis millones de visitantes que se espera que acudan a la Expo de Tánger, caso de conseguirla, tendrán la opción de continuar en la provincia de Cádiz su visita o de completar en el Cádiz del Bicentenario su recorrido por la historia. Si Tánger fuera Rutas del mundo. Encuentro de culturas para un mundo más unido, Cádiz será la ciudad de la libertad y del constitucionalismo democrático, dos opciones que promueven el entendimiento, la tolerancia y la paz, a cada lado del Estrecho, al pie de cada columna del hijo de Zeus.

El norte de Marruecos vive unos momentos de especial desarrollo, con las nuevas autovías, ferrocarril y con el superpuerto Tánger-Med. Mohamed VI ha vuelto la mirada y la acción del gobierno hacia el norte, tanto tiempo abandonado por Hassan II, dicen que por los deseos independentistas del Rif. Quizá también porque Tánger fue, hasta 1959, una ciudad internacional administrada por cuatro países, un oasis de tolerancia junto a la dictadura cruel que se vivía en España. No es sólo por lo literatos, artistas y millonarios que fijaron su residencia en la ciudad. En toda Cádiz se esperaba con ansia algún ejemplar del periódico España, editado en la populosa ciudad marroquí y que era un lugar de libertad donde entender las cosas que estaban pasando en España. Algún barco de pesca traía ejemplares que se pasaban entre la discreción y la ansiedad a los gaditanos que querían saber y no podían. Hoy vemos cómo Delphi, Renault, Atento y tantas empresas se instalan en la Zona Franca de Tánger atraídas por los bajos salarios y las buenas comunicaciones de la ciudad. El desarrollo del superpuerto y la Expo pueden reducir las diferencias de nivel de vida que todavía hay entre nuestro país y el Marruecos emergente. Tánger sería la primera ciudad africana, musulmana, árabe y de un país emergente que tendría una Exposición Internacional. Si el dinero de Corea no corrompe las conciencias, se haría justicia. La candidatura de Tánger es tan nuestra como de los tangerinos.

Hay una cierta tendencia a despreciar a nuestros vecinos o a ver en ellos a unos competidores que se llevan nuestras empresas. Es cierto que el nuevo puerto puede ser una competencia letal para el de Algeciras caso de no reaccionar. Pero no es menos cierto que si se arbitra una autoridad portuaria común o algún otro mecanismo de colaboración transfronteriza se configuraría el mayor puerto del mundo, con muelles a ambos lados del Estrecho y en dos continentes diferentes. Por el Estrecho pasa la tercera parte del comercio mundial y es el segundo lugar en tráfico marítimo del mundo. Tánger no es la competencia, es la posibilidad de que nuestro vecino se desarrolle y pueda expandir y consolidar su democracia. Nos interesa a todos un país tolerante y desarrollado en nuestra frontera sur. Así lo ha entendido nuestra diplomacia, que ha hecho todos los esfuerzos posibles en convencer a nuestros aliados para que apoyen la candidatura de Tánger en la trascendental votación de hoy en París. La suerte de los tangerinos también es la nuestra.

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