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Columna
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Sí con reservas

No creo que sea difícil estar de acuerdo en que el programa Tengo una pregunta para usted ha sido una buena idea y en que ha sido acogido y valorado positivamente por la sociedad española en general y, tras la experiencia autonómica en Cataluña y Andalucía, también por los ciudadanos de estas comunidades autónomas. El algo más del 15% y del 18% de televidentes catalanes y andaluces que lo siguieron así lo confirma.

Para mí el programa tiene múltiples aciertos, entre los que destacaría los dos siguientes:

1. Es un programa en el que entran en contacto la política profesionalmente ejercida al máximo nivel, estatal o autonómico, en el gobierno o en la oposición, con la política tal como es vivida cotidianamente por la ciudadanía. Ése es uno de los grandes atractivos del programa para todos, para quienes, como yo, sin ser político profesional sí me dedico profesionalmente al análisis de la política, y para la inmensa mayoría de los ciudadanos, que ni son políticos profesionales ni se dedican profesionalmente al análisis de la misma.

Estamos acostumbrados casi exclusivamente al contacto entre políticos profesionales o al contacto entre políticos profesionales y periodistas especializados. En programas como éste podemos ver lo diferente que puede ser la política vista desde la ciudadanía de lo que resulta la política vista por especialistas. Se trata de un complemento saludable en el proceso de formación de la opinión pública.

2. Nos permite comprobar que la crispación política no hunde sus raíces en la sociedad, sino que es un fenómeno provocado por élites políticas o mediáticas. El diálogo entre el presidente Chaves y los ciudadanos andaluces, que es el que vi, no tuvo nada que ver con el que se produce en las instituciones políticas o en los medios de comunicación. Fue un debate respetuoso, en el no se profirieron insultos ni descalificaciones y en el que se vio el esfuerzo por entender lo que el otro decía. Es lo mismo que ocurrió en los programas nacionales con el presidente del Gobierno de España, con Mariano Rajoy y con los líderes de los partidos minoritarios de la oposición, y lo que me imagino que ocurrió también con el presidente Montilla.

Creo, en consecuencia, que sería bueno que el programa se extendiera y que pudieran producirse encuentros de este tipo con los alcaldes de las capitales de provincia. Tal vez serían los más interesantes de todos y serían de una ayuda inestimable para que los ciudadanos se pudieran formar su opinión con la máxima solvencia posible.

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El programa, pues, me pareció bien. Pero creo que hubiera podido ser un programa mucho mejor si la empresa que hizo la selección de los ciudadanos y ciudadanas que participaron en el mismo hubiera hecho su trabajo mejor de lo que lo hizo y si el programa hubiera sido conducido por Ana Blanco con algo más de autoridad. La muestra de ciudadanos seleccionados, o al menos de los que preguntaron, reflejaba, en mi opinión, de una manera muy imperfecta y muy unilateral la sociedad andaluza actual.

Sé que reflejar toda la complejidad de una sociedad como la andaluza es imposible, pero simplificarla tanto no es aceptable. Ello condujo a que el debate resultara demasiado plano. Elementos esenciales de lo que es la Andalucía de hoy brillaron por su ausencia. La muestra fue mucho más expresiva de la Andalucía del pasado, que sigue existiendo, pero que existía de una manera dominante hace treinta o cuarenta años, pero que no es dominante hoy.

Me hubiera gustado ver al presidente dialogando también con un ingeniero, con un geógrafo especializado en ordenación del territorio, con un becario que estuviera haciendo su tesis doctoral, con alguien que trabaja con la inmigración y un largo etcétera. También deberían haberse evitado las repreguntas, que se produjeron en 28 ocasiones.

Bien, pues, pero mejorable.

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