_
_
_
_
Entrevista:FRANCESCO TOTTI | Delantero del Roma | Fútbol internacional

"Juego para que me recuerden"

Una onda de autodestrucción sacude al fútbol italiano y no sólo se manifiesta en las tribunas. Los tiempos convulsos también se reflejan en el destino arduo que deben soportar ciertos jugadores. Lo mismo que Zola o Baggio, el actual bota de oro, Francesco Totti (Roma, 1976), es una especie de genio amenazado.

Pregunta. Lleva 20 años en el Roma. En el fútbol moderno, el suyo es un caso raro de lealtad.

Respuesta. Siempre me he inclinado por las alternativas sentimentales. Crecí en el sector juvenil del Roma y la primera vez que fui a un estadio fue a la curva del Olímpico. Quedarme fue una elección de corazón, no una decisión profesional.

P. En el fondo, debe de estar lo que ciertos romanos llaman romanitá. ¿Puede explicarlo?

"Quiero divertir a la gente y divertirme. Es mi objetivo. Ganar viene después"
"Quedarme en el Roma fue una elección del corazón, no del profesional
"Se valora más la musculatura que la técnica. Falta calidad; sobre todo, en Italia"
"Menos un 9, Messi puede ser cualquier cosa. Y como extremo es devastador"

R. La romanitá es eso: ser romano y del Roma. Para un chico criado en la romanitá lo máximo es ser capitán del Roma. Yo lo conseguí, afortunadamente.

P. De haberse marchado, ¿adónde habría ido?

R. Al Madrid. Si me viera en la obligación de elegir, fuera de Roma, no hay otra posibilidad.

P. ¿Por qué?

R. Porque crecí viendo a Butragueño, Chendo, Hugo Sánchez... De pequeño, veía todos los partidos que podía por la tele y siempre miraba al Madrid porque era el que jugaba mejor.

P. El Milan de aquellos años ganó más trofeos.

R. Pero a mí me gustaba el fútbol del Madrid. Elegir a los equipos por los títulos sería demasiado sencillo. Es cierto que el Milan era más poderoso con Van Basten, Gullit y Rijkaard. No estaba mal. Pero, como romanista, no podía admirarlo.

P. El gol que falló ante Corea del Sur en el Mundial de 2002 hizo que cuestionaran su validez para su selección. Dribló a tres surcoreanos, se quedó ante el portero y, en vez de tirar, esperó a que llegara un defensa para regatearlo otra vez. Perdió la pelota y en Italia lo criticaron muchísimo. ¿Qué se propuso? ¿Hacer un monumento al gol?

R. No me propuse nada conscientemente. El instinto me dictó que debía regatear al que me perseguía. Es normal. Habría sido lo más hermoso. No me propuse un gol inolvidable. Lo importante es que la pelota entre. Para buscar el gol, siempre me guío por el instinto.

P. Ese instinto es una especie de sentido artístico. ¿Es una de sus virtudes?

R. Afortunadamente, sí.

P. ¿No choca con el pragmatismo del fútbol italiano?

R. En el campo siento que debo divertir a la gente. Primero, porque tengo la posibilidad de hacerlo. Segundo, porque paga para ver algo más. Debo intentarlo. Es normal.

P. La prédica más extendida dice que vencer es lo esencial.

R. En España se busca el divertimento. Son formas distintas de jugar. En Italia pesan más el esfuerzo y la lucha que la habilidad. Insisto, quiero divertir a la gente y divertirme. Es mi objetivo. Ganar viene después. Cuando se hacen las cosas más bellas suele ser cuando se gana.

P. ¿Se propone quedar en la memoria de la gente?

R. Tal vez mi instinto me hace buscar algo más. Lo hago en cada partido. Escapa a mi control. Es un segundo. Un segundo en el que deseas que la gente te recuerde para siempre.

P. Empezó a jugar en las calles. ¿Le ha dotado el asfalto de algún gesto técnico especial?

R. Hasta los 11 años no jugué sobre hierba. Pero no me influyó. Lo que soy como futbolista lo llevaba dentro. Se lo debo al azar. A la fortuna. Es un don.

P. Ahora vive en la periferia, cerca de Trigoria, donde se entrena. ¿Cuánto hace que no visita el centro de Roma?

R. Casi diez años.

P. ¿Se acuerda del Coliseo?

R. Pasé hace tres o cuatro años con un casco de moto cubriéndome la cabeza. Pero la gente me reconocía igual cuando me veía los ojos.

P. Dicen que Roma le adora más que al Papa.

R. El Papa es el Papa. Mi situación tiene pros y contras. Tener el afecto de la gente me enorgullece porque significa que lo hago bien dentro y fuera del campo. El problema es que he perdido libertad para llevar una vida privada. La gente me ve con otros ojos... Es complicado salir a la calle. El otro día, en un bar, estuve media hora firmando autógrafos.

P. ¿No se arrepiente de haber permanecido en Roma?

R. No me puedo arrepentir de las decisiones que se toman con el corazón. No me ha ido mal. Sé que en otro club habría podido ganar diez trofeos más. Lo que pasa es que, para mí, uno con el Roma equivale a 16 con otro club.

P. ¿No ha pensado que le ha privado del Balón de Oro?

R. La mía fue una decisión infantil. Decidí ser romanista de niño y punto. En una época tuve problemas que me hicieron reflexionar sobre el cambio de idea. Hablé con mi familia, mis amigos, mi gente... Con los amigos romanos que habían emigrado. Me dijeron que fuera les faltó todo. Absolutamente todo.

P. Dicen que su madre, Fiorella, tuvo un papel decisivo en su carrera. ¿Por qué?

R. Me enseñó a comportarme como persona y como futbolista.

P. Cuando le fracturaron una pierna, a dos meses del Mundial de Alemania, el árbitro ni amonestó a su agresor. ¿Le sorprendió que en Italia tuviera tan poca repercusión el que la selección se quedaría sin 10?

R. La mayor parte de los periodistas se alegró de mi lesión. Para ellos, nunca fui decisivo en la selección. Era un excedente. Sobraba. Como la mayoría son del Norte, tienen más poder que los del Sur. Pueden gestionar el ambiente. Son muy listos.

P. ¿Tiene Italia otro mediapunta además de usted?

R. No lo sé. Lo importante para muchos es que Totti no estuviera en Alemania.

P. Ganó el Mundial y, sin embargo, renunció a la selección. ¿Se ha sentido una especie de fuera de la ley en el calcio?

R. No. Hablan los números. Que la gente diga y haga lo que quiera. Contra las palabras dichas y escritas es difícil luchar.

P. ¿Por qué le han dispensado un trato discriminatorio?

R. Soy romano. Soy distinto.

P. Hace dos años empezó a jugar de punta-punta. ¿Por qué?

R. Por casualidad. Nos quedamos sin delanteros por las lesiones y el míster me situó arriba. No hemos cambiado. Llevo 50 goles en dos años.

P. El pasado ganó la Bota de Oro. ¿Cómo batió a un especialista como Van Nistelrooy?

R. Lo más gratificante fue conseguirla en el Roma. Me convertí en su primer jugador en ganarla. Una suerte. Me pasé siete jornadas sin marcar.

P. ¿No le parece triste que uno de los pocos 10 genuinos se desperdicie como goleador?

R. Nunca di importancia al número. Lo hice por el bien del equipo y el mío. Me adapté con naturalidad. Mis compañeros supieron encontrarme.

P. ¿Su héroe de niño?

R. Giannini.

P. Otro mediapunta.

R. Lamentablemente, el fútbol ha cambiado. En el futuro no se verán jugadores así. Hay que olvidarse de los Zidane, Maradona o Cruyff... Del Piero era otro 10, pero ha tenido que readaptarse: lo ponen a la derecha, a la izquierda... No saben cómo utilizarlo porque los equipos ya no juegan con enganches. Se valora más la musculatura que la técnica. Cada día falta más calidad. Sobre todo, en Italia.

P. ¿Son excesivamente permisivos los arbitrajes en Italia?

R. En España, los jugadores creativos tienen más protección. En Italia, no. No lo sufro sólo yo, que tengo el privilegio de jugar para uno de los cuatro grandes. Los que lo pasan peor son los que divierten a la gente y militan en clubes pequeños. Es una pena porque el público no sólo va a ver equipos. Cuando paga una entrada, quiere ver jugadores espectaculares.

P. ¿Los árbitros le habrían cuidado más en la Juve?

R. Seguramente, sí.

P. Es quien más faltas recibe. ¿Se siente desprotegido?

R. Sólo siento que me dan patadas todos los domingos.

P. ¿Le sorprende la libertad de los centrales del calcio para pegar sin ver una tarjeta hasta el minuto 80?

R. Actúan como si su primer objetivo no fuera evitar goles, sino parar a los adversarios.

P. ¿Le condiciona esto mentalmente en el campo?

R. No. Me condiciona físicamente cuando llego a mi casa. A veces tengo los tobillos tan hinchados que me cuesta caminar.

P. ¿Y la federación? ¿Le han ignorado los dirigentes?

R. Mitad y mitad. Con algunos mantengo una buena relación. Otros me han despreciado.

P. ¿Se ve a sí mismo como una especie en extinción?

R. No tan pronto. Me quedan cinco o seis años.

P. ¿Cuál es el jugador que más le gusta?

R. Messi. Menos un 9, puede ser cualquier cosa. Y como extremo es devastador.

Francesco Totti.
Francesco Totti.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_