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Reportaje:

Iberia se enreda en el vodevil

La acción de la aerolínea mantiene la templanza mientras se incrementa el lío de pretendientes

Segunda oferta y subiendo. Menos el precio de la acción, que la temperatura en el entorno de vodevil por la venta de Iberia. Las acciones de Iberia recuperaron esta semana el precio indicativo de 3,6 euros que había señalado en marzo su primer novio, el fondo estadounidense TPG, tras el anuncio de otro pretendiente: el consorcio liderado por Gala Capital, con la caja vasca BBK, el presidente de Air Europa, Juan José Hidalgo, y con Ángel Mullor, consejero delegado de la aerolínea hasta hace año y medio, de asesor privilegiado.

Sólo queda que el otro grupo supuestamente interesado, el encabezado por el ex presidente de Iberia Javier Salas, formalice su propuesta, lo que espera hacer en dos semanas, para que el consejo de la compañía pueda empezar a desenredar el lío de ex gestores de la compañía, accionistas actuales e incluso un antiguo matrimonio enfrentado ahora por la aerolínea.

Las implicaciones políticas tienen que ver con los derechos de vuelo y la posición privilegiada de la compañía en los aeropuertos españoles

Alicia Koplowitz, accionista de Gala Capital, estuvo casada con Alberto Cortina, el hombre de TPG en España, que junto a British Airways se dispone a pujar por la compañía española a principios de diciembre. Con Koplowitz, el ex dueño de Fadesa, Manuel Jove; y la familia Del Pino (Ferrovial) se alía el ex presidente de Iberia Xabier de Irala, ahora en BBK, que formó tándem con Mullor durante seis años.

Pero otro ex presidente, Javier Salas, ha mostrado su intención de pujar también por Iberia (e igualar el precio indicado por Gala) con José María Castellanos y ex consejero delegado de Inditex, y Miguel Zorita, ex presidente de Deloitte. Y cuentan con financiación del Santander, pese a que su fondo Vista Capital está en el consorcio de TPG y British.

Esta oferta, la que más ha subrayado su españolidad, fue anunciada -y respaldada- por el anterior líder sindical de los pilotos de la compañía, Bernardo Obrador, justo el día que comenzaban las elecciones para ser reelegido. No lo consiguió.

¿Se ha perdido? Pues menos mal que parece que el interés de Air France, centrado ahora en Alitalia, y de la familia Lara, volcado en reflotar Vueling, no se va a concretar de momento. Y que Lufthansa sigue considerando a Iberia demasiado cara. Y eso que ha sido la compañía del Ibex que más ha incrementado sus beneficios este año (223 millones hasta septiembre, un 236,3% más).

El anuncio de Gala Capital el jueves levantó la acción por encima de los 3,6 euros, un nivel que perdió en julio, pero el entusiasmo de los inversores fue más bien tibio (cerró el viernes a 3,67), pese a que señaló un precio de hasta 3,9 euros por título.

La noticia fue una sorpresa para muchos en el sector, pese a que hace meses que se conocía que Mullor asesoraba a Gala. Pero aún extrañó más que no se disparase el precio, como sí ocurrió, hasta 4,11 euros, en abril, tras el anuncio de TPG.

Claro que algunos pequeños accionistas se indignan ante una valoración de Iberia que consideran muy baja. El hecho de que disponga de una caja neta de 2.200 millones y activos importantes como las instalaciones de mantenimiento de La Muñoza lleva a algunos a pensar que no venderán por debajo de 4,5.

Y parecidas expectativas tienen los accionistas de referencia actuales de Iberia, sobre todo Cajamadrid, que enfriaron hace meses su interés en vender. Una disposición a salir de Iberia que Mullor atribuye a "cierto cansancio", tras siete años en la aerolínea. Pero esa fatiga no implica que todos vayan a desprenderse de su paquete. La permanencia de Cajamadrid y El Corte Inglés sería "más lógica" que la de Logista, a juicio del ex consejero delegado.

La nacionalidad de los accionistas tiene importancia porque la mayoría debe ser española para mantener los derechos de vuelo en Latinoamérica pero también tiene relevancia política. Ya desde un principio el Gobierno recalcó el escollo de los derechos de vuelo bilaterales, pero el jueves el ministro de Industria, Joan Clos, fue más allá al mostrar "todas sus simpatías" a una oferta española.

Unas implicaciones políticas que todos los pretendientes quieren evitar y que van más allá de los derechos de vuelo. La T-4 de Madrid-Barajas (en el futuro la T-Sur de Barcelona-El Prat) es un caramelo pagado por una empresa pública, Aena, que Iberia disfruta en posición privilegiada. Y que British codicia ante la saturación de su hub de Londres-Heathrow y la entrada en vigor para ese aeropuerto, en primavera de 2008, del acuerdo de cielos abiertos entre la Unión Europea y Estados Unidos, por el que British deberá ceder permisos de vuelo (slots).

En el ánimo de los consejeros y gestores actuales pesará con fuerza, según han expresado en diversas ocasiones, el plan industrial que se plantee para la compañía. Su presidente, Fernando Conte, considera que está abocada a unirse a alguna otra gran aerolínea europea, pero Mullor y sus representados discrepan y ven lejana aún esa necesidad. Los de Salas apuestan más (si bien no han concretado aún casi nada) por el celibato de la compañía por tiempo indefinido.

Este jueves el consejo de administración tendrán ocasión en su reunión ordinaria de decidir si dan al grupo de Gala Capital la información de la compañía a la que ya tuvo acceso el consorcio de TPG. Falta por saber si también le darán largas durante meses.

Xabier de Irala, ex presidente de Iberia, y Ángel Mullor.
Xabier de Irala, ex presidente de Iberia, y Ángel Mullor.LUIS MAGÁN

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