Narbona asegura que el trasvase emite más CO2 que 20 desaladoras

La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, aseguró ayer que el trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) que aprobó el PP en la anterior legislatura emitiría tanto CO2 como una veintena de desaladoras de las que ahora está construyendo el Gobierno. Narbona, que ayer asistió a unas jornadas organizadas por CC OO como actividad paralela a la cumbre intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) que se celebra en Valencia, defendió así la política del Gobierno central aplicada en el programa Agua, basada en la desalación, para responder a una encuesta difundida por la Generalitat. En ella, un 77% de los encuestados estaba de acuerdo con la afirmación planteada por el Consell "antes de construir desaladoras son mejores soluciones que produzcan menos CO2" y un 67,5% coincidía con la afirmación 5: "es preferible trasvasar agua a la construcción de grandes desaladoras".

El Ayuntamiento dice que el gasto eléctrico de la ciudad es adecuado

Según Narbona, la encuesta refleja que muchos encuestados "ven el mapa de España y piensan que el agua circula sola por el tubo", es decir, que un trasvase "no produciría dióxido de carbono", pero tienen que tener en cuenta que se trata de "enviar 1.000 hectómetros cúbicos a lo largo de 900 kilómetros de distancia con desniveles que a veces llegan a una cota de "1.000 metros de altura". Y llegó a cifrar el coste energético y ambiental del trasvase del Ebro que propuso el PP: "Emitiría tanto CO2 como 20 desaladoras".

A esta afirmación respondió inmediatamente el PP, que acusó a Narbona de "dar información falsa y errónea". Por boca de José Ramón García Antón, consejero de Medio Ambiente, Agua, Urbanismo y Vivienda, el Consell aseguró que desalar un metro cúbico de agua supone un consumo de cuatro kilovatios, mientras que trasvasar el mismo volumen gasta solo dos. Y añadió que además las desaladoras tienen que bombear agua del mar hasta la planta, lo que supone otro kilovatio extra. Es decir, "la desalación emite más del doble de lo que supone el trasvase".

La ministra, durante la presentación de las jornadas de CC OO Bases y perspectivas para un nuevo acuerdo internacional frente al cambio climático. Más allá de Kioto 2012, también arremetió contra el modelo de alumbrado público de la ciudad de Valencia, que calificó de "totalmente despilfarrador y absurdo". Narbona se hizo eco así de que la factura eléctrica en alumbrado de Valencia supone 10 millones de euros, un millón y medio más que Barcelona, que cuenta con el doble de población. "Se puede gastar mucha menos energía para iluminar la ciudad sin crear ningún problema de convivencia o de seguridad".

Esta crítica también tuvo rápida respuesta desde el Ayuntamiento de Valencia. El concejal Miquel Domínguez manifestó que la ministra de Medio Ambiente tiene una fijación especial con los valencianos, ya que "siempre que tiene oportunidad manifiesta públicamente su desconsideración hacia esta tierra".

Domínguez argumentó que el alumbrado de Valencia cuenta con características "semejantes" al de Madrid o Barcelona y el número de báculos ha crecido debido a la aparición de nuevos barrios. El consumo, dijo, "está en consonancia con las dimensiones actuales de la ciudad" y añadió que se están empleando sistemas de regulación del flujo para reducir la potencia cuando se reduce la circulación de personas y vehículos.

En su intervención, Narbona también se quejó de que España es un país en el que "se asocia crecimiento económico y contaminación, se asocia bienestar y despilfarro; las cosas se pueden hacer y se deben hacer de otra forma". Ante un foro sindical, también tuvo un guiño a los asistentes. Así, alertó de que se "ha usado a los trabajadores como chantaje" mediante el mensaje de que si se emite menos dióxido de carbono "habrá destrucción de puestos de trabajo".